Contó un misionero la siguiente historia visitando a su congregación local. Mientras él servía en un pequeño hospital en una aldea Africana, le era necesario viajar en bicicleta cada dos semanas a otro pueblo para comprar más medicamentos para su botiquín. El pueblo quedaba a dos días de distancia, así que tenía que acampar a la mitad del camino en cada viaje.
En uno de estos viajes, llegó al pueblo para comprar medicamentos y así regresar a su aldea, cuando encontró a dos hombres peleándose; uno de ellos fue gravemente herido. El misionero atendió al hombre herido, le testificó de Jesucristo y regresó a su aldea.
Dos semanas después en otro viaje, encontró al mismo hombre a quien le había ministrado. El hombre confesó al misionero que en su último viaje al pueblo, él y 5 amigos habían planeado robarle y matarlo en el punto intermedio, pero se asustaron cuando vieron que iba con 26 «guardaespaldas». El misionero riéndose, le aseguraba que esto no era posible porque siempre iba sólo, pero el hombre insistió. «¡No! éramos 6 en total y sí contábamos 26 junto con usted. Tuvimos miedo y no le hicimos nada por esto.»
Cuando terminó de narrar, un hombre de la congregación se puso de pie e interrumpiéndolo preguntó, » ¿En qué fecha fue? El misionero respondió » En tal fecha. » El señor dijo, » En esa misma noche, aquí en América era de mañana y yo iba a jugar golf. Al comenzar el juego, sentí una carga tan fuerte de interceder por usted. Era tan fuerte que llamé a varios hombres de nuestra congregación para reunirnos y orar. Quisiera que se pongan de pie todos los hombres que oraron aquél día.» Los que oraron en ese día se pusieron de pie. El misionero no le interesaba quiénes oraron precisamente, estaba tan ocupado contándolos… ¡Eran 26!