El domingo 5 de enero falleció en la ciudad de Piura la profesora Raquel Rosas Saenz a causa de un cáncer de útero. Su estado de salud empeoró desde finales del mes de diciembre.

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Dos días después de su muerte, se le rindió un homenaje, con sus restos mortales presentes, en las instalaciones de la I.E. Ignacio Merino, donde enseñó por cerca de 28 años.

En el acto, al que asistieron alumnos, exalumnos, profesores y padres de familia, se recordó su calidad profesional, reflejada en su deseo de trabajar hasta los últimos días de su vida. Cabe mencionar que incluso, a sabiendas de que se encontraba enferma, hizo el esfuerzo de continuar asistiendo a clases y reuniones de su centro educativo.

Rosa Aquino, una de sus compañeras de trabajo, recordó el deseo de la profesora Rosas en mejorar siempre su calidad profesional.Siempre se le veía preparándose, siempre adaptándose en forma muy rápida y eficiente a las novedades de la educación”, mencionó.

Asimismo, resaltó sus cualidades como abuela, madre y amiga, ya que, a pesar del tiempo que transcurría en las aulas, siempre tenía presente a su nieto e hijo, y no dejaba de preocuparse por sus compañeras.

Durante el tiempo que enseñó en el colegio Ignacio Merino, tuvo a su cargo, sobre todo, los últimos años de primaria, época que ella mencionaba eran muy importantes, por el proceso de cambio y crecimiento que atravesaban sus alumnos. A pesar de ello, cultivó relaciones que duraron más allá de los tiempos escolares, tanto con ellos como con sus padres.

“Que no dejemos de estudiar, que tenemos que salir adelante, que tenemos que ser profesionales, que tenemos que ser buenos alumnos, que tenemos que sacar los primeros puestos”, les decía Raquel Rosas a sus alumnos, según recuerda Angelita Huayhua, una de sus estudiantes durante el 2019.

En otros casos, sus ahora exalumnos recuerdan anécdotas puntuales, como en el caso de Christian Cortez, quien recuerda que, en medio de una travesura suya, encontró, dentro del cuaderno de la profesora, una imagen de San Juan Pablo II y la Virgen de Fátima. “Esa clase siempre la voy a tener presente en mí, y solamente (queda) rogarle a Dios para que pueda descansar en paz”, mencionó.

A modo de reconocimiento por la trayectoria de Raquel Rosas, su hijo Juan Marroquín recibió una placa conmemorativa. “(Les pido) que nos dejemos pasar tantos conocimientos que adquirieron los alumnos de ella, ni esas muestras de amistad con los docentes, sino que el recuerdo de Raquel permanezca siempre aquí en las aulas de su colegio Ignacio Merino donde tantas veces venía. No la olviden nunca, es lo único que les pido”, dijo al agradecer por el homenaje.

Antes de concluir la ceremonia, el ataúd fue llevado a lo largo de los espacios del colegio, como una manera de recordar los últimos pasos de Raquel Rosas como profesora de esta institución. Sus restos fueron enterrados en el cementerio Metropolitano de Piura.

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