La mañana del 20 de agosto, un grupo de vecinos de la Residencial Miguel Grau protestó para exigir el enrejado completo de la zona. Los residentes manifestaron su preocupación ante la creciente ola de inseguridad que se apodera día a día del lugar, incluyendo asaltos a mano armada y otros comportamientos delictivos.
Durante las últimas semanas, según los vecinos, la Residencial Grau ha sido catalogada como una «zona roja» debido al incremento de actos delictivos. Los afectados denuncian que delincuentes y otras personas externas aprovechan la oscuridad de los edificios para drogarse, vender estupefacientes e incluso tener relaciones sexuales en áreas públicas. Además, aseguran que la prostitución se ha convertido en un problema frecuente en la zona, lo que genera indignación entre las 104 familias que habitan la residencial.
Por si fuera poco, las personas de mal vivir también toman los jardines de los vecinos como baños públicos, miccionando en plena vía. “La residencial se ha vuelto tierra de nadie”, expresó uno de los manifestantes.
Con el objetivo de frenar esta situación, los residentes acordaron el enrejado total de la residencial. Cada familia contribuyó con 624 soles para llevar a cabo esta obra, que había comenzado con la instalación de rejas en algunos puntos estratégicos. Sin embargo, el proyecto quedó en pausa debido a la oposición de un pequeño grupo de vecinos que no están de acuerdo con el cerco completo.
A pesar de este contratiempo, los afectados apelaron la decisión y continúan presionando para que se complete el enrejado. «Estamos en una situación límite. No podemos permitir que nos impidan proteger a nuestras familias», señaló uno de los vecinos.