Debido a que su abuela doña Felisa Romano, de 96 años y residente en Burgos, no podía ver ni hablar con sus nietas por teléfono o videollamada. El ingeniero informático burgalés Manuel Lucio hizo de la necesidad, una virtud. Inventó Yayagram.
La matriarca necesita ayuda para coger el teléfono convencional, conectar videollamadas o teclear mensajes instantáneos, y se frustra. Esta dependencia llevó a su nieto a desarrollar un invento, que ha bautizado como Yayagram, para que ella sola pueda mandar y recibir mensajes.
El Yayagram
El sistema cuenta con un botón que doña Felisa debe presionar para comenzar a grabar su voz, y después seleccionar con quién quiere contactar. Entonces pronuncia su mensaje y este se envía, como un audio normal, y llega a la aplicación de mensajería Telegram que tienen descargada sus familiares.
Entonces les llega una notificación: “¡Yayagram tiene un mensaje para ti!” y pueden escuchar a su abuela. Para contestar han de teclear con normalidad y enviar su respuesta. La abuela Felisa, a continuación, recibe el mensaje y lo puede leer físicamente, en letra grande, gracias a una pequeña impresora térmica conectada al Yayagram.
Su nieto explica que ella “no sabe muy bien cómo va esto”, pero está “encantada” por el mecanismo. El dispositivo funciona con WiFi y se conecta a la red eléctrica como cualquier electrodoméstico. Además, tiene asas para que su propietaria pueda transportarlo si decide viajar.
Él cuenta que los problemas de oído de su abuela la incomodaban para conversar a través de un móvil. Hacía falta una solución que ha aparecido de la nada y sin un gran desembolso económico.
“La impresora ha costado unos 30 euros, los cables y conectores apenas 10, el micrófono 6 y el cerebro del cacharro otros 30, que es el precio de una Raspberry, un ordenador pequeñito que organiza todo el procedimiento”, indica.
Lenguajes de programación
La informática del sistema se ejecuta mediante un programa que él mismo ha creado y la existencia de lenguajes de programación en Telegram, recogidos en una librería virtual en la plataforma Python.
Asimismo el éxito de su trabajo le hace plantearse patentar el Yayagram, pero reconoce que no le quita el sueño: “Preferiría ver a gente construyéndolo para sus abuelos”.
Este ingeniero ya está reflexionando sobre la manera de mostrar mejor su invento. Quizá prepare un tutorial “más avanzado”. Esto para aquellos que también necesiten comunicarse con sus abuelas y que con las tecnologías actuales no logren hacerlo cómodamente.
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