Por Juan Carlos Mejía Seminario

Pensaba solo, bajo la sombra del mismo árbol de siempre. Tenía que viajar. La ciudad del Petróleo lo esperaba. Su tío quería verlo. Necesitaba poner en su conocimiento algunas situaciones necesarias. No más pensar. Tomó sus cosas y se dirigió a la estación. Eran las 5:00pm de la tarde.

¿Cómo no viajar?, era su tío, no lo podría defraudar, aunque el domingo tuviera una sagrada misión que cumplir, tenía que ir, ya sabría cómo volver en el momento preciso. Tenía 18 años, joven, inquieto, vehemente, soñador, cantante a solas, rudo, solitario, era él…el solitario de los pensamientos imposibles.

Una mañana neblinosa cubría groseramente el camino que unía las dos ciudades. Entre los cerros de arena, se batía el ómnibus y el conductor, miles de baches, los frenos fallando. ¿Cuánto tiempo de vida? Ocho segundos tal vez. Seca su boca. Imparable el pulso. Sin brújula los pulmones. Recordó en un segundo, que el valor nace de la voluntad de vivir. Zumbaron los motores. Palpitaciones. Sudores y pensamientos. Creyó que era el final. La historia en horror, en humo y carbón, en nada…Pero no, aún no era el momento de vivir para la muerte. Constató la hora. Siete y veinte de la noche. Se reincorporó. Algunas heridas no muy graves. Tenía hambre. Se lo aguantó. Al mismo tiempo que abordaba otro ómnibus, daba gracias a Dios por su vida.

En la ciudad, la rutina seguía su curso. Crisis mundial. Ganó el Estrella.4 muertos por la delincuencia. Y los sueños, los compromisos contraídos. La sagrada misión del domingo. El tío desesperado que esperaba.

¡Aquí me tienes tío! , con voz cansada.

¿Qué pasó?, murmuró sorprendido el hermano de su madre.

Quiero dormir, un café antes de dormir.            

Eran las 9:25pm, el tío lo dejó dormir. Tenía tantas cosas que decirle. Los resultados de los exámenes ya estaban listos. Era médico. Pero, ¿cómo decirle que tenía poco tiempo de vida? ¿Cómo hacerle entender que hay que entender? Su tío lloró amargamente su pena. Una a una se bebió sus lágrimas. Ingrata misión. Surrealismo en vida. Profeta de la muerte sin remedio.

La mañana despertó con pesada carga. Se encerraron en el despacho principal. Eran las 7:40am. Día sábado. Dos horas y media entre café y café. Golpes en el escritorio por parte del tío. Apacibilidad por parte del solitario de los pensamientos imposibles. Se echó a reír. ¿Morirme  yo? Soy el Hombre sin Edad. ¿Para eso me has llamado con tanta urgencia? Tío sé más práctico. Uno se muere cuando uno quiere. Y yo no quiero morir. Basta no hablemos más.

Por la tarde almorzó como Rey. Después canciones con guitarra y pulmón. La noche llegó. Preocupado realmente estaba. El doctor descansaba en su habitación. Él pensaba en el despacho a solas. Varias lágrimas inundaron sus pupilas  ¿Cuánto tiempo de vida?5 meses, 1 año tal vez. Sus manos frías. Su rostro asaltado por el sudor. ¿Y los sueños y proyectos? Todos acaso, ¿se esfumarían? Y, de pronto…  ¡la sagrada misión del domingo!  Compromiso contraído, con su conciencia, con los Pobres, con su Partido, con su País, de dolores y fiestas. Democracia. Justicia. Libertad. Conceptos gaseosos, informes, "válidos". Manipulación alevosa de los medios de comunicación por los mismos de siempre. Los mismos apellidos de siempre.

Son 4:10 de la madrugada. Día Domingo. El tiempo ha huido. Amontonamiento de números sin patrón ni medida exacta. Horas y horas de reflexión. Meditación buscada. Mirada bifurcada. Perdida.

¡Tengo que irme!, la hora de mi misión ha llegado. No desayunó. Mochila a la espalda. No se arregló. No se despidió. Salió.

Dos horas 45 minutos de viaje. Cansancio. Preocupación y dudas eternas. Nueve y cincuenta de la mañana.

Se dirigió al lugar indicado. Entró. Saludó. Un papel y un lapicero. En soledad recordaba. Miles de muertos por la causa de la Justicia. Horas y horas de dolor ajeno, pero propio. Frente a él, una cédula. Marcar con un aspa el destino de millones de seres humanos. Hacerse partícipe de una empresa llamada Patria. Soledad. Recuerdo con olor a muerte. ¿Dos o Cinco meses de vida?

Cumplió. Salió. Palpitaciones, sudores, temores. Un auto. ¡CUIDADO!. Sangre. Dolor. Breve y desconcertante todo. Masa incandescente humana. Desparramada la Muerte. Eran las 12 del mediodía. Misión cumplida. Buen Demócrata…."UNO SE MUERE CUANDO UNO QUIERE…". Ni más ni menos.