El síndrome de ojo seco es una condición ocular cada vez más frecuente, especialmente en personas que pasan muchas horas frente a pantallas. Esta afección ocurre cuando la producción o calidad de la lágrima no es suficiente para lubricar adecuadamente los ojos, lo que puede generar molestias persistentes y, en casos severos, complicaciones visuales. La doctora Diana Salas Castillo, cirujana oftalmóloga, explicó en una reciente entrevista los factores de riesgo, síntomas y tratamientos disponibles para esta enfermedad.
Causas y factores de riesgo del ojo seco
El ojo seco puede originarse por múltiples causas. Uno de los factores principales es la inestabilidad en la película lagrimal, que cumple funciones esenciales como la nutrición y protección de la córnea. Esta película se compone de tres capas: lipídica, mucosa y acuosa, siendo esta última la más abundante. Su deficiencia puede comprometer la salud ocular.
Entre los factores de riesgo más comunes se encuentran:
- Uso prolongado de dispositivos electrónicos (computadoras, celulares y tablets), que reduce la frecuencia del parpadeo de 15 a solo 5 veces por minuto.
- Enfermedades autoinmunes como lupus, artritis reumatoide o diabetes mellitus.
- Patologías que impiden el cierre completo de los párpados, como ocurre en algunos casos de hipertiroidismo.
- Cambios hormonales, sobre todo en mujeres, y el envejecimiento.
- Higiene ocular deficiente, especialmente en niños o adultos mayores.
La doctora Salas enfatizó que “la película lagrimal no solo hidrata, también protege el ojo del ambiente y nutre la córnea. Si esta se ve alterada, pueden aparecer microlesiones que derivan en molestias mayores”.
Síntomas del ojo seco y diagnóstico clínico
Los síntomas más comunes incluyen:
- Sensación de arenilla o cuerpo extraño en el ojo.
- Enrojecimiento ocular.
- Ardor, picazón o visión borrosa transitoria.
- Aumento del lagrimeo, que puede parecer contradictorio, pero responde a una lágrima de mala calidad.
Para diagnosticar el síndrome de ojo seco, los oftalmólogos utilizan pruebas como el “tiempo de ruptura de la película lagrimal”. Este examen consiste en aplicar una gota de fluoresceína en el ojo y medir cuánto tarda en evaporarse la lágrima. Si el tiempo es menor a 10 segundos, se considera un indicio de ojo seco. En casos avanzados, se pueden realizar pruebas más específicas como la osmolaridad lagrimal o estudios mediante tomografía de coherencia óptica.
Tratamiento del síndrome de ojo seco según su severidad
El tratamiento del ojo seco varía dependiendo del grado de la afección. En casos leves, se recomienda:
- Uso de lágrimas artificiales, preferentemente sin preservantes si se emplean a largo plazo.
- Aplicación de la regla 20-20-20: cada 20 minutos frente a una pantalla, mirar durante 20 segundos a una distancia de 6 metros.
- Incrementar la frecuencia del parpadeo consciente.
- Mejorar la higiene ocular, especialmente en adultos mayores y niños.
Cuando el síndrome es moderado o severo, se puede añadir al tratamiento:
- Antiinflamatorios como fluorometolona o ciclosporina oftálmica.
- Lubricantes sin preservantes de uso continuo.
- Evaluación para detectar posibles úlceras o lesiones corneales.
Es fundamental que el tratamiento sea individualizado. “No todos los pacientes evolucionan igual, por eso es importante el seguimiento médico”, recalcó la doctora.
Además, llevar una dieta rica en vitaminas y omega 3 puede mejorar la calidad de la lágrima. Actividades al aire libre también ayudan a prevenir el ojo seco en niños y jóvenes.