Eyvi fue una niña muy inteligente, alegre y curiosa. Le gustaba estudiar. Siempre con ganas de salir adelante. Ella siempre tenía el sueño de venir a Lima y seguir estudiando. Decía: “Yo no me quiero quedar acá, quiero ser algo en la vida, quiero traer a mi papás”. Era un sueño. Ella creció con esa idea de superarse y traer a los demás pequeños.
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Siempre quiso salir de San Juan de Pacay, en Cajamarca, el pequeño pueblo donde vivíamos. Y lo consiguió. Terminó la secundaria y vino a vivir un tiempo conmigo. Una vez acá en Lima ella dijo: “Voy a estudiar, voy a trabajar para seguir trayendo a los chicos”. Y así se fue haciendo, poco a poco.
Ella primero estudió para bartender y así trabajó en restaurantes. Luego vino mi segunda hermana, Mónica. Eyvi encontró trabajo en una service y a veces trabajaba de cajera o de moza. Allí lamentablemente conoció a esa persona que le hizo mucho daño. Eyvi ahorró y comenzó a estudiar Negocios Internacionales. En eso estaba. Ella era trabajo, estudio y familia. Era la que más estaba pendiente de mi mamá y de todos allá en el norte. Somos seis hermanos y ella es la cuarta.
A veces decía que estaba cansada y no quería ir al trabajo, pero se daba fuerzas y se decía a sí misma tengo que seguir. Y así fue. Cuando mi otra hermanita terminó el colegio, Eyvi se fue a traerla para que también estudie y trabaje acá. Vivían juntas las tres antes de que pasara el incidente.
Incluso grave, en el hospital, ella hablaba, quería luchar para salir adelante.
Ella sabía que había sufrido un accidente, era consciente de dónde estaba. Incluso contó que se acordaba de todo, desde el momento en que salió del trabajo hasta que subió al carro. Recordaba que justo en esos días ella estaba con la gripe, se sentía enferma, con malestares.
Cuando subió al carro se sentó y momentos después se durmió. De pronto, ella sintió un líquido que le cae en la cabeza y luego le llega al rostro, en ese momento se quiere despertar, pero cuando va a abrir los ojos ya estaba con el fuego encima. Ella decía: “Yo me acuerdo de todo”. Incluso recordaba cuando bajaron del bus con los demás pasajeros, a las personas que la estaban ayudando, hasta cuando la subieron a la camilla y luego la sedaron.
La semana que gracias a Dios Eyvi pudo hablar con todos nosotros, preguntaba por todos, por cada hermano, la familia, preguntaba cómo estaban, incluso estaba preocupada por la chacra porque todos habían venido a Lima. Ahora yo quiero cumplir con su sueño. (Sandra Aguirre Marchena, hermana mayor de Eyvi).
Texto original de Perú 21
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