Si alguien nos hubiera advertido lo que está pasando hoy en día, no lo hubiéramos creído y es que somos muy incrédulos. Tampoco lo hubiéramos tomado en serio, pues hasta no ver consecuencias, no reaccionamos. Pero pasó, nos tomaron desprevenidos y un virus nos atacó, desencadenando el Estado de Emergencia que hoy nuestro país atraviesa.

El domingo 15 de marzo, nuestro presidente Martín Vizcarra nos impactó públicamente con un mensaje a la nación, dejando todo muy claro. Solo 14 minutos, tiempo que duró su discurso, bastaron para que una serie de derechos que se nos han otorgado desde el momento en que tuvimos vida, fueran restringidos por tiempo indefinido.

El derecho al libre tránsito está oculto y nuestro derecho al trabajo, detenido. Asimismo, la dimensión social del hombre, aquella necesidad de convivencia que reconoce a la persona humana, está silenciada. Solo nos queda nuestro derecho a la vida y esto es, porque el temible virus ya ha arrasado con la de miles de personas.

A pesar de aquello, los derechos humanos que nos corresponden por el simple hecho de ser personas aún están allí, esperándonos, pues no viviremos por el resto de nuestra vida acompañados de exigencias y necesidades que nuestra propia naturaleza humana demanda, sin tener derechos – bienes humanos – que las satisfagan.

Actualmente, a raíz del aislamiento social y la inmovilización obligatoria, estamos en modo supervivencia, pues la pobreza es mucha y los recursos son escasos. Cada uno hace lo que puede para sobrevivir, cada responsable de familia hace malabares para brindar comodidad a sus protegidos, pero lamentablemente, muchos no tienen la suerte de hacer malabares y obtener resultados beneficiosos y es ahí donde la necesidad brinda un saludo a la sociedad.

Sin embargo, no estamos desamparados del todo, tenemos un estado democrático que se está encargando de hacernos recibir, mediante justicia y solidaridad, lo que cada uno se merece y le corresponde. Todos tenemos la condición de ser sujetos, la cual nos otorga dignidad e igualdad; es por eso que merecemos un trato adecuado y lo estamos recibiendo.

No obstante, hay personas que aún no entienden esto y desatan su furia e irresponsabilidad, generando un hilo de acciones en contra del bienestar de todos e incluso del de ellos mismos, con el fin de hacer cumplir sus derechos restringidos. Ellos no entienden que es por su bien el que estén en ese estado.

Si no entramos en razón, si no tomamos conciencia de la situación crítica que el mundo está viviendo, no recuperaremos eso derechos. Jamás. La responsabilidad es nuestra, la solución está en nuestras manos, cumplamos las medidas de prevención otorgadas por el Gobierno de nuestro país y no salgamos de casa. Solo así rescataremos lo que se no es debido, no por ley, si no por nuestra naturaleza humana. Pronto estaremos todos juntos.

Por María Teresa Requena Risco

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