La abanderada de la Delegación de Refugiados se llama Yusra Mardini. Es una chica que huyó de Siria junto con 18 personas en un bote con capacidad para 6, cuyo motor se paró en medio del Egeo, se empezó a hundir y ella se metió al agua y empujó el bote durante 3 horas hasta llegar a tierra salvándolos.
Mardini se familiarizó con la piscina a los cuatro años. Fue su padre, que trabajaba en Siria como entrenador de natación, el que inculcó a ella y a su otra hija el amor por el agua.
Una vida que tomó un rumbo inesperado al estallar la guerra en 2011, cuando los bombardeos en Siria se convirtieron en la nueva normalidad. Un día, una bomba destruyó la casa familiar. Otro día, un proyectil voló el techo de la piscina donde entrenaba.
En agosto de 2015, harta de una vida sin horizonte y de una guerra sin fin, Mardini partió dejando atrás sus esperanzas y su incipiente carrera como estrella de la natación siria.
Tenía solo 17 años y ya había representado a su país en el Campeonato Mundial de Piscina Corta de 2012. Junto a su hermana mayor Sarah, emprendió un viaje con destino incierto.
La joven huyó de Siria junto con 18 personas en un bote con capacidad para 6, cuyo motor se paró en medio del Egeo, se empezó a hundir y ella y su hermana se metieron al agua y empujaron el bote durante 3 horas hasta llegar a tierra salvándolos.
Con el esfuerzo de las hermanas, exhaustas y con hipotermia, avistaron la costa de Lesbos tres horas y media después. Ahora, Mardini es la abanderada de la Delegación de Refugiados.