Se levanta de madrugada para entrenar todos los días, hace labor social con las compañeras de su colegio en Piura y sueña con representar al Perú en los Juegos Olímpicos París 2024. Su nombre es Romina Itzkovich Sacco, la sirena del mar del norte.
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Hoy, Romina Itzkovich tiene 16 años, es estudiante del colegio particular Vallesol, en las cálidas tierras piuranas, y llegó a Lima para participar en los Juegos Deportivos Escolares Nacionales 2019.
Es hija de la arquitecta y Miss Perú 1996 Natali Sacco y del economista Boris Itzkovich, quienes desde los cinco años inculcaron en ella la práctica de la natación, tanto así que desplazó al tenis, el deporte favorito de la familia.
«Siempre se aprende»
Con 1.80 m de estatura, de carácter jovial y muy sociable, Romina participa desde los 11 años en los Juegos Escolares. En el 2017, obtuvo la medalla de oro en los 50 metros estilo mariposa y representó al Perú en los Juegos Escolares Sudamericanos que se realizaron ese año en Cochabamba, Bolivia.
“No siempre se gana, pero siempre se aprende. Este deporte es de constancia y perseverancia porque es un camino largo”, dijo la nadadora, tras una agotadora jornada de entrenamiento en el Centro Acuático de la Videna, en San Luis.
Para ella, la natación “es un estilo de vida que demanda sacrificios y ‘sacarse la mugre’ todos los días para lograr las metas”. Eso que suena sencillo implica, en la práctica, levantarse de madrugada –a las 4:45 horas– para entrenar todos los días, dejar de ir a fiestas y ponerse al día en los estudios los fines de semana, con la mente puesta en competir en los Juegos Olímpicos de París 2024.
Nutrición o psicología
El ceviche es su plato favorito, aunque ella asegura que come de todo. Romina aspira a ingresar en la universidad para convertirse en nutricionista o psicóloga deportiva, dos áreas que le apasionan, al igual que las matemáticas y la educación física.
Gracias a los valores que aprendió en su hogar, es una joven sensible que, con sus compañeras de colegio, participa y apoya varios proyectos sociales en su ciudad natal.
Aunque en una época practicó gimnasia, considera que no es muy buena para los deportes de tierra. Su engreído es su hermano Boris, de 5 años, a quien le encantan todas las disciplinas deportivas.
“Quiero agradecer a mis padres por todos los sacrificios que hacen para que yo esté bien y en las mejores condiciones para competir. Con su apoyo, puedo ir al nutricionista, a la psicóloga y viajar a Lima todos los meses, porque mi entrenador está en esta ciudad”, remarca Romina.
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