Si no caminas con atención, la entrada de la Beneficencia China pasa desapercibida. Ubicada casi en el corazón del centro, se mimetiza con la pared de una peluquería de la calle Loreto. Pero ahí está. Una pequeña puerta blanca, sin número y sin timbre que lleva hacia unas empinadas escaleras desde donde se puede apreciar dos grandes banderas, la china y la peruana, colgadas juntas en la pared del segundo piso, lugar que ha visto a la comunidad oriental mantener viva su identidad cultural por los últimos 70 años, bajo el lema de «aguantar».
En esta asociación, que la presidenta del Comité de Damas Chinas, Maricucha Chang, describe como un espacio para paisanos de apellido chino, conviven alrededor de 30 familias tusanes que ya hablan cantando como los piuranos, sin olvidar, claro, sus raíces y herencia milenaria. Sin embargo, la gran pregunta es, ¿cómo llegó este grupo racial a tierras tan alejadas de la denominada «Gran China»? A continuación los detalles.
Las oleadas migratorias
La comunidad china llegó al país a partir de la época virreinal. De acuerdo con el historiador Fernando de Trazegnies, el flujo migratorio se dividió en tres momentos: la primera, la segunda y la tercera oleada. Al respecto, la docente en Humanidades de la Universidad de Piura, Julissa Gutierrez, explicó que la primera migración china se dio cuando Perú aún formaba parte de las colonias de España. “Dentro de este periodo, llegaron productos orientales (de contrabando) a través de Filipinas junto con un grupo de chinos que ayudaron a realizar unas obras en Lima, pero esta oleada fue muy pobre, en el sentido de poca cantidad”.
Poco tiempo después, en el siglo XIX, Perú necesitaría de este grupo racial para salvar al sector agrícola del grado de postración en el que se hallaba tras la abolición de la esclavitud durante el gobierno de Ramón Castilla, dado que este dictamen materializó la huida de mano de obra africana de las haciendas. En aquel marco, el entonces mandatario brindó permisos para la importación de migrantes asiáticos. “Legalmente, esta oleada (la segunda) vino de manera “voluntaria”, sobre todo por la incertidumbre que había en China por las guerras del opio, pero llegaron aquí, bajo contrato firmado, y el trato era inhumano, por eso se habla de una semiesclavitud”.
Más adelante, en el siglo XX, se vivió la tercera oleada, en la que habría llegado Félix Chang, el primer presidente de la Beneficencia China y dueño de la recordada bodega que llevaba su nombre, ubicada en toda la esquina frente a la emblemática Catedral y la Plaza de Armas. “Esta tercera migración estuvo conformada por pequeños comerciantes que llegaron en busca de nuevos territorios más esperanzadores que les permitieran desarrollarse a través de actividades económicas independientes”.
En todas las oleadas, los chinos se caracterizaron por su arduo trabajo, responsabilidad y sentido ahorrador. Estas cualidades, más adelante, les darían la oportunidad de reescribir su historia por estas tierras y despedirse de su trabajo como culíes. “El salario muy mísero que recibían (por su trabajo en las haciendas) lo guardaban. Entonces, cuando terminan sus contratos, invierten. Por eso es que empiezan a aparecer las famosas bodegas, restaurantes y las fondas. Empiezan a hacer sus negocios”, indicó Julissa.
Grandes empresas como Tai Loy, supermercados como Wong y en Piura, chifas exitosos como el Cantón, fueron montados por paisanos chinos. Ahora, décadas después, estos negocios bien posicionados en el mercado del siglo XXI son el ejemplo de superación de la comunidad china, la cual pese a problemas con el idioma, una marcada discriminación por ser de la «raza amarilla» y estar lejos de casa, supieron salir adelante.
«Hay puro chifa, bastante chifa», bromeó la señora Maricucha.
La primera Beneficencia China en Piura
Los hijos del Imperio celeste se encontraban desplegados en los departamentos de Lima y costa del Perú. Algunos llegaron primero a una provincia en específico, pero, cual nómadas, se mudaban constantemente persiguiendo nuevas oportunidades que mejoren su calidad de vida.
“Un chino primero llegó por vía marítima a Paita. Se instaló allí, parece que no le fue bien, se fue a Talara y montó una tienda. Después, lo encontramos en un expediente de la sierra de Ayabaca. ¿Qué hacía ese chino ahí después de haber estado en Paita y Talara? Montó, nuevamente, su tiendita, no le fue bien y se regresó a Piura. ¿A qué voy? Veían la oportunidad. No pensaban en quedarse en un solo lugar”, explicó la docente.
Bajo este modus operandi, muchos chinos terminaron asentados en la región Piura. No obstante, por más de estar cerca, cada uno de ellos celebraba sus tradiciones de forma aislada, ya que no había un recinto que los acoja en conjunto y satisfaga esa necesidad psicológica en relación a su identidad y unidad cultural que atraviesa todo migrante.
«Solo se reunían en su negocio o en casa», sostuvo Maricucha.
Ante la carencia de un espacio para la comunidad china, el Cónsul General de aquella época, recordado por los paisanos como el «embajador Max«, incentivó con 25 mil dólares la creación de la primera Beneficencia China en Piura. Para ello, reunió a chinos de Talara, Sullana, entre otros, y formó la primera directiva que lideraría la asociación.
La iniciativa tuvo un rotundo éxito. Tanto empresas chinas como peruanas aportaron en su apertura y en el año 1952 abrió sus puertas. Desde entonces, los migrantes chinos contaban con un punto de encuentro para charlar en su idioma natal, recordar sus vidas pasadas, celebrar sus tradiciones y jugar juegos de mesa propios de su cultura, que en un periodo de tiempo fueron motivo de detenciones policiales por ser catalogados de «ilícitos».
«Ahora se hace todo aquí. Se puede celebrar fiestas, aniversarios, matrimonios, pero si es paisano, si tiene apellido chino», comentó Maricucha.
Durante sus primeros años de fundación, se recolectó dinero para los migrantes chinos que llegaban a iniciar una nueva vida en Piura. «Juntaban el dinero y decían: toma, para que comiences un negocio. Entonces, le daban una cantidad al paisano y él tenía el compromiso de devolverlo. Por eso es Beneficencia, se beneficia a los paisanos que llegan«, recordó Rosa Amelia Chu, miembro del Comité de Damas y traductora de la señora Maricucha.
Actualmente, la Colonia no solo brinda servicios a miembros de la comunidad oriental, sino que extendió su ayuda humanitaria a grupos vulnerables de la región. Una vez al año, la Beneficencia reúne dinero donado por las familias tusanes y visita 9 albergues de ancianos y niños necesitados.
Un pedazo de China en Piura
Cada vez que un miembro de la Colonia China ingresa a la Beneficencia debe saludar a las fotografías en fila india de los nueve paisanos que hicieron realidad el lugar del que ahora gozan sus descendientes. El saludo consiste en hacer tres reverencias mientras el invitado sostiene tres palillos de incienso. Al finalizar, los palillos se ubican en un recipiente debajo de los paisanos, hasta que estos se consumen y desprenden todo su olor.
«¿Por qué crees que están ellos ahí? Porque gracias a ellos se tiene este local. Entonces, cuando nosotros venimos, siempre, los saludamos. El respeto y el principio de amistad son cosas que la comunidad china tiene muy arraigado. Te estiman, te quieren y te respetan», recalcó Rosa Amelia.
Además de tener a la amistad y el respeto como un pilar fundamental de su idiosincrasia, los chinos le dedican un gran espacio al recuerdo. Por ejemplo, Maricucha en cada cumpleaños de su difunto esposo, Esteban Chang, coloca debajo de su cuadro lo que le gustaba, ya sea un chocolate o su plato favorito de comida. Así lo venera y recuerda.
Otro rasgo particular de ellos es la fusión que hacen del baile y el Kung-fu. En las noches, el piso de la Beneficia se convierte en un rompecabezas de tapetes de colores donde los más jóvenes practican Kung-fu. Lo hacen por dos motivos, según el profesor Elías Garcia: para desarrollar el equilibrio que exige la danza del león y porque es una forma de mantener la cultura china viva. «No lo vemos como una academia deportiva, sino como cultura», expresó.
Los tusanes también celebran las fiestas chinas y las peruanas. Cada año esperan con ansias el festival de La Luna, el Año Nuevo chino y, sobre todo, las Fiestas Patrias por la independencia del Perú.
Este grupo racial supo acoplarse bien a la sociedad piurana y su paso firme por el Perú configuró la identidad diversa y multicultural que caracteriza a nuestro país. Al día de hoy, se sienten igual de peruanos que cualquier hincha de la blanquirroja. En especial la señora Maricucha, quien cada vez que le gritan «china» responde, con la mano en el pecho, «yo peruana».
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@walacnoticias La NASA compartió una grabación tenebrosa del espacio. La «sonificación remezclada» permite escuchar los aterradores sonidos de un agujero negro que se encuentra en el centro del cúmulo de galaxias de Perseo, el mismo que esta a unos 240 millones de años luz de la Tierra y envía unas ondas que han podido ser traducidas en notas musicales. #Nasa #tierra #vialactea #viral #fyp #parati