Iniciar un nuevo año suele despertar en la mayoría de las personas el deseo de realizar cambios significativos para sentirse más seguros y ser más felices. ¿Cómo lograrlo de manera eficiente? José Cuenca, neuropsicólogo del Instituto Nacional de Ciencias Neurológicas (INCN), sugiere que ciertas hormonas y neurotransmisores se pueden convertir en aliados para esta tarea.
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Actividades como disfrutar del abrazo de un hijo, pasear en bicicleta en familia, ver una buena película, bailar o mantener conversaciones agradables con amigos pueden contribuir a una vida más placentera, alejándonos del estrés diario y las preocupaciones habituales. Curiosamente, todas estas interacciones ponen en marcha las denominadas «hormonas de la felicidad».
Primero definamos la felicidad
Según el licenciado Cuenca, la felicidad es un estado emocional que se manifiesta cuando una persona logra alcanzar metas, deseos, propósitos o experimenta situaciones particulares que promueven su bienestar emocional.
Además, señaló que la felicidad es una de las seis emociones básicas con las que cuenta el ser humano (miedo, tristeza, ira, sorpresa y aversión) y desempeña un papel importante para la supervivencia como especie.
“La felicidad se caracteriza por un aumento del ánimo que es provocado por una motivación particular o especial que ocurre en nuestro estilo de vida o en las actividades diarias que realizamos”, detalló Cuenca durante su participación en el programa Salud y Bienestar de la Agencia Andina.