La política Vaticana tiene como punto central no involucrar en conflictos diplomáticos al Santo Padre. Se trata siempre de que él mantenga la suficiente neutralidad e imparcialidad para tener un trato sin obstáculos con los Jefes de Estado del mundo.

Una vez que viajan los papas, recién como líneas generales pueden dar opiniones siempre referenciales de los temas. Tanto el Papa Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y ahora Francisco hacen de ésa manera.

Incluso, tratan de usar toda la diplomacia para no interferir directamente dentro de los países. Sin embargo, el Papa no solo autoriza sino que está de acuerdo con las decisiones que toman los arzobispos u obispos en sus respectivos países o jurisdicciones.

Por eso y solo por eso, los que conocemos un poquito de diplomacia vaticana sabemos que no solo es imposible, sino absurdo que se pretenda decir que el Papa protege a Maduro. No solo no protege, sino que alienta a toda la iglesia venezolana a luchar contra la dictadura.

Mientras que él mantiene la cordialidad vaticana, la voz del Papa son los obispos y sacerdotes que luchan con su pueblo en Venezuela. Juan Pablo II hizo lo mismo en Polonia.

Mientras él mantuvo una línea de cordialidad con el régimen comunista de Wojciech Jaruselsky, sin embargo, en los púlpitos los sacerdotes y los obispos luchaban contra la dictadura, igual hizo Juan Pablo II en Chile con Pinochet, incluso salió al balcón con el dictador, mientras toda la Iglesia trataba de luchar por la salida del dictador.

En consecuencia, acusar a Francisco de protector de Maduro no solo es irracional sino falso. Francisco no solo ha sido enfático contra el comunismo, sino que además ha canonizado o beatificado a muchos que fueron martirizados por regímenes comunistas.

En sus homilías ha tomado distancia absoluta de esas ideas. Por alguna razón extraña los medios de comunicación no ponen nada ni dan noticias de nada. Más temprano que tarde, se reconocerá la Verdad. La Verdad siempre nos hace libres. Ni más ni menos.

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