Sorprendido por la decisión que tomaste. Ya en Marzo cuando nos vimos la última vez y, al hacer recuento de cada momento de nuestra conversación, pude denotar algo en tu mirada. No supe interpretar. No supe entender.

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Hago ésta carta pública con la esperanza de que muchos lo lean. Pero tú sabes que en estos últimos 9 meses no he dejado de orar por ti cada día. En estos últimos 9 meses no he dejado de escribirte a tu correo.

Lo hice la primera vez, como un mecanismo de establecer una vía de comunicación con tu alma. Pero luego se hizo una sana costumbre. Después de todo, durante casi 4 años cada lunes me escribías para fijar temas de diálogo o intercambiar opiniones.

Durante estos años, luego del año 2016 intenté convencerte de que vuelvas a la arena política. Sin embargo, mantuviste tu firme decisión de no volver. Te diré que los tres primeros meses luego de tu inesperada partida, no me hacía a la idea de tu ausencia absoluta.

De pronto, el maestro riguroso desapareció. Mi habitual crítico de mis artículos ya no estaba. Empecé a sentir la misma sensación de vacío que cuando partió mi madre. Las partidas programadas no duelen mucho. Tienes la sensación de preparación para el momento supremo. Pero las partidas inusitadas son muy diferentes.

Las personas que lo hayan vivido saben que no miento. Te sientes como un niño perdido a los 5 años en una procesión. O como si cayeras de un precipicio sin fin. Uno tiene héroes infantiles. Y tú Alan, amigo, eras el mío.

Poco a poco he ido entendiendo que el Perú ya no te tiene. Me dijiste la última vez que a veces desatar cariños tan apasionados, pueden convertirse en odios muy desenfrenados. Y hay que tener grandeza en el alma para no responder los odios. Después de todo a ti te guía el interés supremo por querer servir.

Sin duda, te sentía triste por el odio desmedido del que eras objeto. Sentías una especie de pena inacabada por la ingratitud. El amor de tu pequeño Federico, y de tus nietos te llenaban de luz. Pero también tu inteligencia inmensa, sabía que éstos momentos aciagos pasarán y que en algún momento serás reivindicado. Tu nombre será enaltecido. Así es la historia. Así son los hombres.

Para terminar te diré que un grupo de peruanos que te ama piensa que aún estás vivo. Y un grupo de peruanos que te odia igual. Cuando eso sucede, dicen los historiadores que te conviertes en Mito, en un Meta Ser Humano. Lo que tengo claro es que se debe continuar con lo planeado.

Que lo que trabajaste no se perderá. Y nadie detendrá la Historia. He terminado de escribir el libro que contiene nuestros diálogos. Luego de los 3 primeros confusos meses ahora todo está mejor.

Un abrazo para ti, apreciado Alan. Goza de Dios.

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