Por Juan Mejía
Cuando llega fin de octubre siempre en forma automática aparece una melodía en mi cabeza sin que yo lo busque. Todo el día me acompaña. Es automático:
Solo que aun hoy sigo
Aun hoy sigo amándote a ti
Aun hoy, mi amor
Aún hay dos cuerpos con alma
Se esconden del Sol
De noche se escapan
De noche se dan
Los cuerpos, las almas
Aun hoy, aún hay
Solo que aun hoy sigo
Aun hoy sigo amándote a ti
Y eso pasa inevitablemente, pues mi madre partió un día como hoy 15 de noviembre del 2000 y unos meses después esa canción de Alejandro Sanz con The Corrs se escuchaba cada media hora durante varios meses. Y yo en silencio por esos meses de luto riguroso y de soledad no buscada tenía la idea que la canción contaba la historia de lo que estaba viviendo.
Han pasado 21 años desde que mi madre partió al encuentro del Señor y ha sido una mezcla inacabable de Luz y de nostalgia por su ausencia. Es una especie de Presencia ausente. Eso es lo que hay entre mi madre y yo. Y esa canción, esa letra, esas voces dibujan eso. Ese contacto íntimo entre dos almas. Una con cuerpo y la otra sin cuerpo. Y pienso en mi hermano. “Dos cuerpos con almas”. Y es cierto, luego de tantos años nunca se ha extinguido ese amor infinito. Que letra, que voces. Dios. Es verdad. Mi madre se fue. Pero de noche se escapa y viene a visitarme a mí y también a mi hermano.
Aún hoy. Si aún hoy. Es un lazo interminable el Amor de una madre por sus hijos. Y también el Amor infinito del hijo por la madre. No hay duda de ello. Feliz 21 años de tu viaje al encuentro del Padre, madre de mi alma.
Ni más ni menos