Por: Reynaldo Almestar

El 19 de febrero de  2017, se cumplieron  104 años del nacimiento de Kurt E. Beer Brenwald, distinguido ingeniero y economista, nacido en Fravenfeld, Berna, Suiza, donde vivió la primera etapa de su fructífera existencia.

Por la década del treinta, del siglo pasado, llegó a Piura, quedando maravillado del gran potencial de los valles piuranos, y prendado de la noble y bella dama piurana Juana Matilde Cortés Seminario, con quien  compartió un feliz matrimonio.

Don Kurt E. Beer también recorrió los extensos desiertos piuranos: desierto súper árido premontano  tropical (ds -pT) y desierto súper árido Tropical (ds – T), zonas de vida donde los recursos suelo, agua, flora y fauna silvestre son muy vulnerables, debido a que la estabilidad geológica es alterada por el proceso morfodinámico activo (Erosión Eólica del Suelo), causada por el dinamismo del viento sobre el área descubierta, con transporte de material edáfico, a lo cual se agrega suelos con relieve plano y un clima cálido. La explotación indiscriminada del bosque, por la extracción de maderas para uso industrial o doméstico y el pastoreo excesivo de ganado, especialmente caprino, provocan una acelerada deforestación, que no se detiene, estimándose que actualmente  llega a 4,000 hectáreas por año en la región Piura, lo que implica un avance de la desertificación y cambio del ecosistema original, deficiencia de espacios de esparcimiento y recreación.

En este negativo panorama, Kurt E. Beer quedó gratamente sorprendido de la supervivencia estoica de los algarrobos (Prosopis sp), zapote (Capparis angulata) y vichayos (Capparis ovalifolia), que soportan largos periodos de sequía y altas temperaturas, esperando pacientemente las lluvias, condiciones que desencadenan un proceso de desertificación que dificulta que los bosques secos lleguen a recuperarse naturalmente.

Fueron estos distinguidos forestales piuranos los que inspiraron una de las más trascendentales obras, de su positiva labor: “El Proyecto Tallan”, mediante el cual inició una lucha tenaz contra el avance del desierto. Para este proyecto, destinó 2000 has de zonas áridas ubicadas en el Sector Oeste de Piura, instalando un vivero en coscomba, desde donde salieron miles de plantones destinados a la forestación y reforestación, con el fin de crear una gran cortina forestal, que como “pulmón verde”, purificador de aire, protegiera nuestra amada ciudad, de la gran contaminación  ambiental que nos agobia, además que no sólo sirva como centro de producción  maderera, sino también de productos apícolas (miel, cera , polen, etc.), derivados de la algarroba (algarrobina, harinas, galletas, tofees, café, etc.) y, servicios ambientales, fauna, recursos genéticos y atractivos turísticos  (recreación y esparcimiento).

Se avanzó a instalar 200 has. de bosque seco. Este proyecto que reduce las emisiones de CO2 mereció un gran reconocimiento de propios y extraños, lo que motivó a la gestión edil de entonces, a rendir un homenaje a  tan distinguido caballero, poniéndole su nombre  a la magistral obra que emprendiera en beneficio de Piura, es por ello que a este parque se le conoce como “Kurt E. Beer”.

Hoy a 104 años de su nacimiento y 33 años de su fallecimiento, ocurrido el 22 de febrero de 1984, vemos con  mucha preocupación y tristeza que las diferentes gestiones ediles, como las que actualmente encabezan los alcaldes Óscar Miranda y Práxedes Llacsahuanga, en lugar de seguir rindiendo un perenne, justo y profundo homenaje de agradecimiento al primer suizo – piurano de corazón, ofenden  su ilustre memoria al faltar al sagrado compromiso que el impulsó del cuidado del medio ambiente, permitiendo que el parque Kurt E. Beer se reduzca a menos de 40 hectáreas, debido a que por ambiciones políticas se aceptan sucesivas invasiones de sus terrenos, como sigue ocurriendo actualmente con la anuencia de alcaldes y funcionarios incapaces, atentando contra el recurso forestal del parque, el cual está sujeto a un acelerado proceso de degradación y extinción a causa de la acción antrópica, particularmente crítica  en la situación actual, debido a la gran concentración demográfica que tiene fácil acceso a sus formaciones boscosas o arbustivas. en  la avenida amotape, desde la gestión de la alcaldesa Ruby Rodríguez se produjo la destrucción de la red de drenaje, por la pésima ejecución del respectivo proyecto, lo cual costó una gran cantidad de millones de soles sin que, hasta la fecha, se castigue a los responsables.

Como secuencia se ha  formado una gigantesca laguna de aguas servidas al final de la misma avenida, en el ingreso al parque se sigue observando el asentamiento de nuevas  familias, que viven en precarias condiciones, lo cual se ha acentuado con el Niño Costero de inicios del presente año, que ha dejado como secuela la destrucción de la vía para llegar  al parque. Se resalta que la avenida amotape es el lugar por donde los turistas nacionales y extranjeros acceden al parque, por lo que, teniendo en cuenta su deplorable estado actual, es una vergüenza para los piuranos.

A lo anterior se suma que los sectores del A.H. “Nueva Esperanza” en el oeste de Piura, que están más cercanos al parque Kurt E. Beer están rodeados de pestilentes lagunas de aguas estancadas que son criaderos de  zancudos, siendo un potencial bastión para el dengue. Abundan moscas, mosquitos, ratas y otras bichos, siendo común las enfermedades de la piel, vías respiratorias, vías digestivas y otras, que demuestran la insensibilidad de los funcionarios y autoridades ediles de la municipalidad provincial de Piura, y la del nuevo distrito Veintiséis de Octubre”, que se hacen de “la vista gorda” ante esta gran problemática social, no importándoles la calidad de vida de estas personas, ¿o es que por ser pobres no los consideran seres humanos?

Como paliativo, se están realizando  fumigaciones que dejan mucho que desear, por lo que los moradores disconformes y ofuscados  piden a los funcionarios ediles que vengan a comer acá, a ver si pueden hacerlo con la pestilencia y cochinada. Un olor nauseabundo rodea esta peligrosa zona, que han  denunciado las hermanas de la congregación “Hijas de María Inmaculada”.

Se impone un trabajo coordinado de las municipalidades de Piura y Veintiséis de octubre con otras instituciones, especialmente el Gobierno Regional de Piura, encabezado por el Reynaldo Hilbck Guzmán., quien también tiene que apoyar en la solución de esta gran problemática.

La basura forma grandes cinturones que rodean al parque, convirtiéndolo en botadero de la misma para delicia de las aves carroñeras, las moscas,  roedores y otros bichos. Los únicos que agradecen la desidia de los funcionarios y regidores municipales, especialmente de los encargados irónicamente del medio ambiente, población, salud y proyección social.

El asunto no queda ahí. Debido a sobornos, también hay crianza de cerdos, que son alimentados en condiciones insalubres, con comidas en estado de putrefacción, con gusanos, larvas y con alimentos cuyas plantas han  sido regadas con aguas servidas. La carne proveniente de estos animales criados en estas deplorables condiciones es comprada por comerciantes de los complejos de mercados, llegando a la gran masa popular, poniéndose en grave riesgo su salud. Por las noches, el  parque se convierte en reino de los “fumones” y delincuentes, que desmantelan vehículos robados. Vecinos que prefieren el anonimato, sostienen que la depredación del bosque se hace de preferencia en las  últimas horas de la tarde, con la anuencia de funcionarios ediles.

En el interior del parque, se siembra maíz, pastos, especialmente, “elefante”, regándose con aguas servidas sin previo tratamiento. También se siembra frutales, como papaya, algunos sostienen que hasta hortalizas. El pasto se utiliza para alimentar ovejas, que quizás se destinen para festines ediles. En la parte oeste de las lagunas de oxidación, hay crianza particular de ganado vacuno, que también se alimenta con pastos contaminados y, cuya leche y carne abastecen al mercado piurano.

En el vivero se observa obreros trabajando sin ningún equipo de protección, utilizan para el riego aguas servidas de fétido olor, poniéndose en grave riesgo su salud. Los animales del mini zoológico no reciben un tratamiento veterinario apropiado, por lo que es común en ellos los parásitos, a lo que se  suma deficiente alimentación.

Según la organización  mundial de la salud (OMS), cada persona debe tener 9 m2 de área verde, que es una propuesta moderada, por lo que otros países como España trabajan con 13 m2; en consecuencia, si consideramos un promedio de 250,000 habitantes para Piura y el distrito Veintiséis de Octubre, se debería tener 250 has de área verdes en plena actividad, razón más que suficiente para demandar inversión en proyectos de parques y jardines. El desarrollo económico de Piura debe estar aparejado del manejo y desarrollo ambiental de la ciudad, tal como lo concibió don Kurt E. Beer.

Si a cada habitante piurano le corresponde 10 m2 de área verde y ecológica, ¿Piura realmente la tiene? La respuesta es obvia, no. Piura debe contar con suficientes espacios verdes, se necesita tener entonces jardines y parques abiertos al público, donde se pueda  disfrutar de su belleza, su encanto natural. En Piura, los domingos y feriados, gran parte de las familias no tienen dónde ir, porque mayormente todo es árido y sin gracia. Nuestra niñez y juventud no tiene espacios verdes donde recrearse y disparar la violencia, que cada día se fortalece en Piura. No sólo lo económico incide en  nuestras vidas, sino también nuestro medio ambiente, en la salud de nuestro cuerpo y de nuestra mente. Por eso, es un delito  de lesa naturaleza lo que ocurre con el parque “Kurt E. Beer”.

 

Por: Reynaldo Almestar