Sandra nos contó que su amor por los postres nació desde que era muy pequeña debido a que veía a Mónica, su hermana mayor, prepararlos siempre en casa. Además, a menudo su padre solía llevarla a las pastelerías a comprar.
“Cuando iba, me llamaba mucho la atención el colorido de las fresas, las vitrinas lindas”, señala emocionada, como si volviera a vivir esos momentos.
El despegue
Cuando salió del colegio aún no existían escuelas de repostería en el país, entonces tuvo que estudiar diseño gráfico. Aún así, su amor por los postres pudo más y al culminar la carrera decidió montar un negocio propio.
“Yo no he estudiado repostería soy autodidacta. Un día, muy segura de mi misma me lancé, preparé algo y como vi que a la gente le gustaba, me dieron ganas de seguir adelante”, nos comenta la experta.
Y es ese, parte del mensaje que trae a las mujeres piuranas que desean generar ingresos y no saben cómo: “Quiero hacerles saber que ellas pueden, que si tienen un arte en las manos o una habilidad que no la repriman, que la muestren porque eso las hará grandes”.
Satisfacción
La también presentadora de televisión -tiene un programa de repostería en un canal de cable-, agregó que además de ingresos económicos, su trabajo le ha traído satisfacciones personales; es por eso que nos confió un episodio de su vida que la conmovió mucho:
“En una oportunidad se me acercó una chica universitaria que tuvo que abandonar los estudios porque había quedado encinta y su papá la había echado de casa. Ella me contó que un día se puso a ver mi programa e hizo los postres. Como a la gente le gustaba montó un negocio y gracias a eso ahora tiene dos hijos y una fuente de soda. Ella demostró que podía”.