Se sabe que el pescado no debe faltar en nuestra alimentación semanal, sobre todo los pescados azules o de carne magra (sardina, atún, salmón, trucha, bonito, jurel, etc.) ya que estos contienen el poderoso Omega 3, un ácido graso que es bueno para el corazón, el desarrollo del cerebro y el crecimiento.

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No obstante, al momento de consumir este alimento, es importante tener ciertos cuidados. El pescado, como cualquier otro producto fresco, acumula toxinas procedentes de las aguas de ríos o mares y está expuesto a sustancias químicas procedentes del medio ambiente.

Por ello, se recomienda eliminar la piel o no consumir pescado con piel en grandes cantidades.

La piel del pescado no aporta nutrientes

El doctor Tomás Borda explicó, en DR TV (programa que era transmitido en América) que la piel del pescado no tiene los nutrientes que tiene la carne del mismo, además, la piel puede estar contaminada, ya que pasa por varias manos cuando es capturado y procesado.

Otros consejos para un consumo más seguro de pescado

En el caso del pescado es casi imposible saber si hay contaminantes a simple vista. Por lo tanto, es mejor adoptar todas las medidas necesarias para evitarlos. Además de quitar la piel, también es útil, retirar y desechar la grasa y los órganos internos, como la cabeza, las vísceras, los riñones y el hígado para reducir la exposición a sustancias químicas.

También se recomienda cocinarlo al horno o asado, ya que de esta manera se permite el drenaje de la grasa, por lo que se eliminan los posibles contaminantes que puedan estar en las partes grasas de los peces.

Si no huele a mar, no es del día: esta es una forma muy estratégica de verificar si el pescado está fresco.

Si no consumes el pescado el mismo día que lo compraste, guárdalo en la parte más fría de la nevera o congélalo.  Antes de hacerlo, recuerda quitarle las vísceras.

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