Los cómics nacen en el mundo con la finalidad de alentar el alma nacional frente al enemigo externo que podía invadir y dañar la nación. Así fue en Japón con el manga o anime. Y así fue en Estados Unidos en plena segunda Guerra Mundial.

Nacen entonces con una finalidad de reforzar los valores de superación y lucha frente a la oscuridad del invasor. En Estados Unidos la lucha fue contra el comunismo. Siempre Superman encabezó la idea de defensa de la libertad y Batman la lucha contra el criminal que daña la ciudad.

La sociedad en plena decadencia en los últimos 20 años está potenciando la figura del anti héroe, del malo, del oscuro. Perversa tentación que hace terrible daño a la humanidad. De pronto, muy sutilmente, se le está enseñando al pueblo, a los niños y adolescentes que un malo también tiene justificación del desequilibrio de su alma.

La película dedicada al perverso Joker tiene ese objetivo. Ahora la humanidad se centrará en que Joker tuvo problemas tales para desembocar en ser el ser perverso que es. Y en consecuencia se alentará que a personas que sufran el mismo cuadro de problemas deben terminar siendo malvados.

Es decir, operará una especie de causa-consecuencia. Y muchas personas que no saben en el mundo que se trata de una ficción se sentirán compelidos a justificar las maldades que “expresen su yo”. Los cineastas deben saber que están echando combustible a nuestra sociedad.

Por eso no he potenciado ni he felicitado al actor ni al contenido de lo absurdo. El mundo debe  entender que es imposible llegar al Bien usando como vía el Mal. Los medios van en concordancia con los fines. Ni más ni menos.