Por: Hannah Bernal Bruno, estudiante de Comunicación de la Universidad de Piura.
Rampas elevadas, huecos en las veredas y cruces de líneas que chocan con muros o aceras estrechas. Todo ello pinta a Piura como una ciudad no apta para personas con alguna discapacidad. Este, 16 de octubre, se conmemora el Día Nacional de la Personas con Discapacidad.
De acuerdo con el censo de 2017, el Perú tenía 3 209 261 personas con discapacidad. Del total, el 5,4 % eran de Piura, es decir, 173 300 personas con algún tipo de discapacidad viven en la región. Acceder a las calles de esta se convierte en una batalla diaria que enfrentan las personas que transitan con muletas o sillas de ruedas. Aceras congestionadas porque son estrechas, rampas mal construidas… las personas con discapacidad luchan por ejercer su derecho a movilizarse libremente.
Solo un recorrido por las calles de Piura basta para ver lo que padece un representativo sector de la población. Estas personas necesitan apoyo para cruzar las calles en las que no se pueden desplazar con seguridad y tampoco les es fácil para abordar el transporte público, ingresar a bancos, entre otras cosas.
Tienen que sortear muchos obstáculos: automóviles estacionados en las aceras bloqueando el acceso a las rampas, la falta de empatía de los choferes de los medios de transporte y los actos de discriminación, como insultos y miradas de menosprecio recibidas en las calles o en centros de atención. Todo lo descrito hace que su vida cotidiana sea una odisea.
Carlos Rufino, ex trabajador de la Municipalidad 26 de Octubre, es uno de los miles de afectados, él expresa lo siguiente: “En ciudades como Chiclayo, Trujillo y Lima se percibe una perspectiva más inclusiva, existe disposición para brindar ayuda. En cambio, aquí, los taxistas hasta te apuran y te gritan ‘pasa rápido’”.
Agregó que existen barreras hasta para acceder a los servicios de salud.
“En Piura no hay un hospital de alta complejidad, a pesar de ser una ciudad grande. Muchas personas con discapacidad tienen que viajar hasta Chiclayo en busca de atención médica”, aseguró.
Las rampas imposibles
Las calles del casco viejo de Piura tienen mucho en común: las rampas mal construidas. Ello ocurre en las calles Tacna, Lima y Arequipa, y en las avenidas Loreto, Grau y Bolognesi. Un punto crítico se vislumbra en la cumbre de la avenida Grau, donde hay, por lo menos, 15 rampas que están hechas en un ángulo empinado, que dificulta su uso por personas con discapacidad.
Estas deficiencias infringen el artículo 6 de la norma “Accesibilidad Universal en Edificaciones” del Reglamento Nacional de Edificaciones (RNE), estipulada en los artículos 16 y 17 de la Ley General de la Persona con Discapacidad (N.º 29973) que establece la construcción de rampas para que el ingreso a las edificaciones sea accesible desde la acera correspondiente, incluso si existe una diferencia de nivel.
El transporte insatisfactorio
El transporte público no se salva de la crítica. Los vehículos no están adaptados para transportar personas con discapacidad. Y ocurre algo paradójico. El carné de discapacidad que ofrece Conadis causa que las personas no usen estos medios, y quienes se atreven a hacerlo a menudo enfrentan un trato insatisfactorio.
La Oficina Municipal de Atención a las Personas con Discapacidad (Omaped), encargada de tramitar los certificados de discapacidad, no son eficientes en la entrega de este beneficio. Aunque el trámite es gratuito, el problema surge por el tiempo que tarda en hacerlo. Una persona, después de haber entregado todos los documentos, deberá esperar hasta seis largos meses, debido a que los trámites se agrupan en lotes de 10 a 15 solicitudes para ser enviados. Suma y sigue.
Esta nota fue elaborada por estudiantes de la Universidad de Piura. Colaboraron Estefanía Rondoy (redacción). En el video, infografía, fotografías y entrevistas: Manuel Ortega, Elvis Mogollón, Máximo Díaz y Sol Campos.