En Catacaos, la conmemoración de los “Angelitos” se ha convertido en una de las tradiciones más emblemáticas del Bajo Piura. Cada año, familias enteras elaboran dulces artesanales en honor a los niños fallecidos, una costumbre transmitida de generación en generación. Entre rosquillas, alfajores y suspiros multicolores, la comunidad mantiene viva la memoria de sus pequeños, fortaleciendo los lazos familiares y preservando el sabor de la historia local.
Dulces tradicionales que evocan la memoria de los niños
Hace más de seis décadas, Margarita Mejía Mendoza inició la preparación de dulces para recordar a los niños que ya no estaban. Su legado fue heredado por su familia, que continúa elaborando estas delicias con dedicación.
Mientras tanto, don Antero Sosa, reconocido panadero del distrito, elaboraba las tradicionales Roscas de Muertos en la panadería Don Sosa. Así nació un ritual que, desde la época republicana, sigue siendo parte del calendario cultural de Catacaos.
Hoy, su nieto Jean Pierre Torres Sosa lidera la continuidad de esta tradición familiar. En su local de la calle Juan de Mori, un equipo de siete personas trabaja durante largas jornadas para cumplir con la demanda de los “Angelitos”, elaborando cerca de cuatro mil bolsitas con los dulces típicos de la fecha.
Elaboración artesanal y simbolismo familiar en Catacaos
Las preparaciones incluyen rosquillas rojas, bombitas, pasteles de camote, alfajores y suspiros. Cada pieza representa un gesto de cariño hacia la memoria de los niños.
Torres Sosa explica que los dulces deben tener “colores llamativos y un sabor inconfundible, pues los niños reconocen los sabores tradicionales”.
Uno de los detalles más distintivos es la elaboración de los suspiros, que se cocinan por la noche. Este proceso evita que el calor intenso del día afecte la textura de la masa. Además, todos los dulces se hornean en hornos artesanales y se elaboran manualmente, lo que refuerza el carácter familiar y humano de esta práctica.
Desde el 20 de octubre hasta los primeros días de noviembre, Catacaos se llena de aromas dulces y recuerdos, reafirmando una costumbre que une a la comunidad en torno al amor y la memoria de los niños.


