En Paita, a 52 km de Piura, está el Santuario de la Virgen de las Mercedes cuya imagen es venerada por centenares de fieles por más de cinco siglos, sobre todo en septiembre.

Esta imagen, en sus inicios se salvó de ser destruida hasta en dos ocasiones por los piratas que arribaron al puerto peruano.

La historia se remonta a 1587, cuando el corsario Cavendish atacó el puerto de Paita y le prendió fuego. De inmediato, las llamas empezaron a consumir todo lo que encontraban a su paso hasta llegar al templo.

Incendian el puerto

En medio de este incendio, uno de los devotos de la Virgen entró en la iglesia a pesar de poner en riesgo su vida. Una vez ahí, subió al altar donde se encontraba la imagen y rescató la escultura de ser consumida por el fuego.

Esta fue la primera vez que la imagen de la Virgen de las Mercedes se vio expuesta a ser destruida. Sin embargo, la historia no quedaría ahí. Siglos después, justamente un 24 de septiembre de 1741, el puerto fue nuevamente asolado.

En este segundo ataque el pirata inglés Jorge Anson, saqueó el puerto y se llevó la imagen mariana como trofeo de guerra.

Cuenta la historia que durante el viaje de regreso de Anson, el pirata sintió que el mar se había “enfurecido” por lo que había hecho y de inmediato disparó a la altura del cuello de la sagrada imagen, de donde brotó milagrosamente sangre.

El corsario, lleno de cólera, arrojó la escultura al mar, la cual fue encontrada por unos pescadores que la retornaron a su templo.

Este fue el inicio de la festividad de la Virgen. De esta manera, se realizaron las primeras peregrinaciones que permanecen hasta el día de hoy.

En Paita las fiestas por “la Mechita”, llamada cariñosamente por los habitantes, duran usualmente del 12 al 30 de septiembre.

Para el 24, día central, se celebra una Santa Misa, en la que se recuerda a las Fuerzas Armadas del Perú que tienen a la Virgen de las Mercedes como patrona.

La Merced o Virgen de las Mercedes

La devoción a la Virgen de las Mercedes o la Merced (misericordia) se remonta al S. XVI con la llegada de los padres Mercedarios que buscaban evangelizar las tierras incas.

Además, se le conoce como “Estrella de la Fe y de la Evangelización”, nombre que recibió de San Juan Pablo II en su visita al Perú de 1985.

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