Entre los archivos de la Biblioteca Nacional del Perú (BNP) fue encontrada la primera, ignorada y no estudiada crónica periodística que Mario Vargas Llosa publicó en Piura un jueves 10 de abril de 1952 en el extinto diario La Industria, cuando él tenía apenas 16 años y recién había llegado de Lima. El hallazgo fue expuesto por el periodista Gerardo Cabrera Campos (Perú, 1991), quien prepara un libro sobre el año en que el Nobel vivió y trabajó en la región piurana.
“Apareció la ciudad alegre, joven, con su gente sencilla y sus calles estrechas y sus grandes casonas”. Así describe el futuro novelista a la ciudad de Piura en 1952, asemejando la actividad de su “Plaza Principal -ventilada por árboles enormes- a la reinante en las calles más céntricas de la capital”. Al joven Mario le asombraron las construcciones de algunos edificios, los lujosos automóviles, las anchas y nuevas avenidas, y varios balcones virreinales.
Cabrera Campos destacó la relevancia de este artículo, publicado hace 73 años, para los investigadores de la obra del novelista. El jovencísimo viajero Vargas Llosa, recién llegado de Lima, firmó con su nombre el artículo de seis párrafos en la parte superior de la página 3. De ese modo, iría ganándose la confianza de sus colegas y jefes directos hasta encargarse de dos columnas a partir de las semanas siguientes: “Buenos días” y “Campanario”.
El texto de Mario Vargas Llosa en la edición del 10 de abril de 1952 es, en efecto, un archivo histórico para la literatura peruana sobre el Nobel Literatura 2010, y que jamás se había publicado de esta manera, ni siquiera en las antologías de sus escritos en prensa.
Un talento narrativo
Carlos Arrizabalaga, lingüista y especialista de la Universidad de Piura (UDEP), comentó ese “anhelo por hallar la palabra precisa y por construir el texto hacia un final redondo; los excesos y repeticiones propias de la juventud de un adolescente -que se alucina experto- no quita méritos a un discurso prometedor, que los redactores (de La Industria) destacaron con justa razón, seguramente sorprendidos de que este muchacho escribiera de forma tan elaborada sobre la ciudad”.
Para Arrizabalaga este es un hallazgo donde Vargas Llosa ya “muestra un enorme interés por analizar el espacio, rasgo que le va a caracterizar en toda su obra, para la que se documenta cuidadosamente en busca de tener siempre un aire de realidad en la ficción”.
El año feliz
Gerardo Cabrera relató que encontrar ese texto fue una “alegría indescriptible, pues a inicios de 2024 decidí armar un libro sobre el año en que Mario Vargas Llosa fue feliz y periodista en Piura, la ciudad que lo inspiró para siempre cuando tenía 16 años. Aunque tiempo atrás ya había vivido un año, entre 1946 y 1947, siendo un niño”.
“Hallé esta crónica gracias a los archivos de la hemeroteca de la Biblioteca Nacional del Perú, dentro de un cúmulo de diarios envueltos bajo una descolorida cartulina que dice: “LA INDUSTRIA. 1952. ENE. – JUN. (PIURA)”, contó Gerardo Cabrera Campos, quien colabora en varios medios del Peru y España, y es autor del libro “Crónicas de Ayabaca” (2022).