El gastroenterólogo Gustavo Gálvez explicó que, si uno ha comido ligero y luego acude a bañarse en la ducha de casa, no va a haber ningún tipo de problema serio. Las digestión continúa su curso normal. Sin embargo, si se trata de un baño en el mar, río o piscina con agua muy fría, sí se pueden producir calambres, adormecimiento de las piernas y contracturas musculares.
“En este instante, después de haber comido, la sangre se acumula más en el aparato digestivo, en las venas y arterias del aparato digestivo. Llega menor cantidad de sangre al resto del cuerpo y nos podría dar un trastorno vascular periférico”, precisó.
Gálvez también resaltó que el frío del agua con que nos bañamos también puede afectar al sistema cardiovascular.
“Se da un shock termodiferencial, o sea una pérdida de la presión debido a la diferencia de la temperatura brusca. Lo que desencadena un reflejo que inhibe la respiración y la circulación, generando sobrecarga cardíaca y dando un paro cardiorespiratorio”, explicó.
Para evitar pasar por estas situaciones riesgosas, el especialista recomienda esperar entre una hora y media a dos horas después de haber comido para recién meterse al agua.
Y si bien los problemas graves pueden no suceder con el agua de la ducha en casa. Es preferible bañarse con agua tibia si uno se baña después de comer, sobre todo en cantidad.
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