Hace 70 años, el profesor limeño David Cornejo Foronda publicó un compendioso estudio sobre la política educativa del presidente civilista Manuel Pardo y Lavalle (1834-1878). El estudio adjuntaba una larga lista de apéndices que incluían diversos decretos aprobados en ese tiempo, uno de ellos detalla la llegada de profesores alemanes al colegio San Miguel de Piura. En efecto, en 1875 el profesor José Arens asumió la dirección del colegio, junto a Carlos Gunther, profesor de lenguas modernas y geografía, y José Essing, profesor de latín e historia. Arens era profesor de Matemáticas. El gobierno también aprobó un nuevo plan de estudios y la compra de textos escolares por un valor de 500 soles de la época.
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Reapertura del Colegio de Ciencias
No era la primera vez que las autoridades trataban de levantar el viejo colegio. La primera página de El Iris de Piura (20 de abril de 1859), bajo el titular de “Instrucción Pública”, recoge la interesante noticia de la reapertura (para el 1 de mayo, dice) del Colegio de Ciencias, el cual estaba en situación calamitosa debido al terremoto ocurrido en Piura en agosto de 1857, que destruyó también el hospital de Belén y una capilla interior de la iglesia matriz.
La noticia señala que en los días pasados el prefecto, coronel Juan Antonio Egúsquiza (1810- 1871), “animado del buen deseo de mejorar de algún modo el triste y lamentable estado de instrucción de esta capital, visitó en compañía de algunos ciudadanos el Colegio de Ciencias, que está actualmente sin alumnos y el edificio en reparación”. Egúsquiza había sido uno de los líderes de la revolución de Cajamarca (1853), donde no pocos se levantaron contra Echenique por negarse este a crear el departamento de Cajamarca. Pero para entonces gobernaba ya el mariscal Ramón Castilla, quien además de crear el mencionado departamento, el 11 de febrero de 1855, aprobaría por fin un reglamento de instrucción pública que venía discutiéndose desde mucho tiempo atrás.
Pero faltaba que el ingeniero levante sobre todo el sitio, propiedad del establecimiento, el plano del nuevo edificio, el cual “reuniendo todas las condiciones de solidez, ornato y salubridad, sea al mismo tiempo en su género una obra de arte que hable en adelante al viajero sobre la civilización del país”. El prefecto expresó sus deseos de que la instrucción pública mejore por el bien de la ciudad y el periódico aplaude las ideas de mejora y espera que vengan pronto a la provincia “principalmente en esta ciudad cuyos habitantes, en cuanto a deseos de adelantamiento y progreso, nos parecemos exactamente a nuestro río, pues estamos como él sujetos a creces y bajas periódicas, aprovechemos hoy de la corriente.” Y así fue como se habilitó nuevamente el edificio, ahora ruinoso, del colegio, cuando todavía no existía la plazuela Merino.
Recibe nombre
El profesor José Albán Ramos escribió una documentada historia del Colegio San Miguel (1985). Señala que, en 1856 recibió el nombre oficial de Colegio de Ciencias San Miguel de Piura y se aprobó el dictado de las clases de derecho filosófico y positivo, economía política, estadística y literatura, filosofía e historia, latín y religión, francés e inglés, geografía, teneduría de libros y gramática castellana. Con el tiempo perdió ese nombre y quedó con el que tiene actualmente.
Grover Espinoza, Álex Loayza Pérez y Juan Carlos Huaraj estudiaron distintos aspectos de la instrucción primaria en el Perú del siglo XIX. A mediados de ese siglo asistían a las escuelas de primeras letras unos 30,000 alumnos en todo el país; a partir de 1840 aumenta la alfabetización, debido a la acción de la Escuela Normal.
En 1846 se crea una comisión formada por Bartolomé Herrera y otros dos sacerdotes que dictaminan una situación perjudicial para la instrucción pública, por lo que el mariscal Castilla decreta la creación de una Junta General de Instrucción y un reglamento, con el fin de difundir la enseñanza de las primeras letras en todo el país. Evidentemente, el nuevo prefecto trató de aplicar las medidas dispuestas. La Convención Nacional de 1856 impondrá, además, un espíritu liberal a las políticas educativas, considerando que las luces del progreso y la modernidad solo se podrían lograr con una extensión general de la educación pública.
Autor: Dr. Carlos Arrizabalaga
Profesor de la Universidad de Piura