La deforestación en la Amazonía brasileña aumentó 93% entre enero y setiembre del 2019 frente al mismo periodo del año anterior, según los datos divulgados por el estatal Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE).
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Según la agencia EFE, la Amazonía brasileña perdió en los primeros nueve meses del año 7,854 kilómetros cuadrados de su cobertura vegetal, mientras que en el mes de septiembre fueron talados 1,447.4 kilómetros cuadrados, lo que supone un 96% más que en el mismo mes del año anterior.
Los datos son del Deter, una metodología basada en imágenes de satélite y utilizada por el INPE para ofrecer alertas anticipadas sobre las áreas que están siendo desforestadas en la Amazonía, pero que, según admite el organismo, no constituyen los datos oficiales sobre deforestación, que serán divulgados en noviembre próximo.
Sin embargo, estos datos indican una tendencia sobre la deforestación y sirven para alertar a los fiscales del Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama, regulador) sobre los lugares amenazados en que tienen que concentrar sus actividades.
El aumento de la destrucción de la Amazonía brasileña es atribuido por los ecologistas a la retórica antiambientalista del presidente brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro, quien ha propuesto, entre otras cosas, reducir la fiscalización ambiental en la región y legalizar la minería en las reservas indígenas.
Según sus críticos, el discurso desarrollista de Bolsonaro sobre la Amazonía ha alentado a los madereros a aumentar la tala de los bosques y animado a los agricultores a expandir sus áreas de cultivo en la región.
No obstante, los datos sobre el crecimiento de la devastación en el mayor bosque tropical del planeta han sido cuestionados públicamente por el propio mandatario y generaron una crisis en el interior del INPE que culminó con la destitución de su anterior presidente.
El agravamiento de la deforestación en la Amazonía brasileña ha coincidido además con el avance de los incendios en la región y ha convertido al Gobierno brasileño en blanco de duras críticas por parte de organizaciones y países extranjeros.
Bolsonaro, sin embargo, ha contraatacado al denunciar la injerencia de los países europeos en la política medioambiental brasileña y ha defendió ante la Asamblea de las Naciones Unidas la soberanía de Brasil sobre la Amazonía.
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