Cada año, los fieles católicos conmemoran el Domingo de Ramos con la tradicional procesión y bendición de las palmas, recordando la entrada de Jesús a Jerusalén. Esta práctica, profundamente arraigada en el calendario litúrgico, tiene su origen en los relatos evangélicos, como el del apóstol San Juan, quien relata que la multitud “tomó ramas de palmera y salió a su encuentro gritando: ‘¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!’” (Jn 12, 13).
¿De qué planta provienen las palmas y cómo se obtienen?
La planta de la que se obtienen las palmas es conocida como palma de cera (Ceroxylon quindiuense), una especie que crece en climas tropicales y subtropicales. Existen más de 2,600 especies de palmas en el mundo, y el proceso para cosechar sus hojas puede demorar hasta un año.
Aunque hoy en día la distribución es más accesible, en el pasado, la escasez de estas plantas obligó a muchas iglesias a reemplazarlas por especies locales como el olivo o el sauce.

En países como Estados Unidos y Canadá, existen productores que cultivan palmas de forma sostenible. Uno de ellos es Peter Munley, quien explicó a la agencia CNA que las palmas se cosechan en estados del sur como Florida, Texas y California, y se distribuyen a más de 18 mil iglesias. Según Munley, esta producción local busca reducir el impacto ambiental derivado de la importación.
Otro productor, Thomas Sowell, ha trabajado en Florida durante más de 50 años cultivando palmas. Su equipo aplica técnicas específicas para cortar las hojas sin dañar las plantas, y luego las someten a un proceso de limpieza y preparación antes de ser enviadas a iglesias católicas, protestantes y ortodoxas.
América Latina: entre la tradición y la conservación ambiental
En países como Ecuador y Colombia, el uso de la palma de cera está prohibido por ley, ya que esta planta es el hábitat de especies en peligro de extinción, especialmente en regiones como el Valle de Cocora, en Colombia.
En Ecuador, desde hace casi dos décadas se promueve la campaña “Tradición y conservación van de la mano”, que incentiva el uso de alternativas ecológicas como el laurel, maíz, totora, paja y ramas de árboles frutales. El sacerdote Jorge Moreno, de la Arquidiócesis de Cuenca, explicó que se busca educar a la comunidad desde el inicio de la Cuaresma sobre el valor ecológico de estas acciones.
En Colombia, la legislación califica el uso, venta o transporte de palma de cera como delito ambiental. Incluso existe un escuadrón especializado que se encarga de interceptar el tráfico ilegal de estas hojas durante la Semana Santa.
En Perú y México la tradición continúa sin restricciones
En países como México y Perú, donde la palma de cera no está en peligro, el uso de estas hojas sigue vigente y forma parte de una tradición cultural profundamente arraigada. Las palmas se comercializan libremente en las entradas de los templos y suelen presentarse en diversos tamaños, diseños y estilos, elaborados por artesanos locales.