Muchas veces, los padres tienen a comparar a sus hijos con la creencia de que esto hará que su comportamiento o rendimiento mejore al igual que la persona que se usa como referencia. Sin embargo, esto lejos de ayudar, puede causar un grave problema en el autoestima del niño y crear envidia y rivalidad.

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Incluso la comparación entre hermanos podría ser la más peligrosa puesto que podría hacer pensar a los niños que los padres tienen un hijo favorito, y que no es él.

Tal como explica la doctora Carla Valverde, psicóloga clínica infantil y juvenil del Centro de Salud Mental de Alcobendas de España, los niños pueden interiorizar la tendencia a compararse con los demás y salir mal parado al desplazar los celos y rivalidades hacia otros niños, como sus amigos o primos.

Como consecuencia de esto, explica que los celos pueden originar que con el tiempo los niños tiendan a querer resolver los problemas de manera agresiva en contra de las personas por las que han desarrollado sentimientos negativos. Estos podrían ser las personas por las que han sido comparadas.

“Quiere imitar a otras personas, por lo que se genera una rabia interior al no sentirse amado y aceptado por los que es, sino por lo que hace”, acota la especialista.

Entonces, ¿cómo motivar a los niños sin compararlos?

Según cuenta la especialista, la mejor forma es con el ejemplo. Si se quiere alentar a un niño a realizar deportes, en casa se debe mostrar un modelo adecuado que no sea ajeno a su realidad.

Cualquier método o ejercicio puede ser oportuna mientras se les haga entender que se le quiere tal y como es, se confía en él y se le apoya en todos los retos que se le presenta.

No obstante, la competitividad puede ser enfocada en positivo. A todos nos gusta ganar, pero es importante que los niños entiendan que también se puede aprender de los fracasos y errores. “Es aconsejable redirigir la competitividad hacia la competencia interna de valores y el liderazgo en positivo”, comenta la psicopedagoga María José Lladó.

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