Es la 1 de la tarde en el centro de Piura. El sol cae, ilumina y quema todo a su alrededor. En el Óvalo Grau, parado en una esquina, un sujeto muy particular se vuelve protagonista de tal abrasador paisaje. Alfredo Flores ha pasado más de 20 años rondando por las calles de Piura, escuchando y viendo historias, de amor y desamor.
Alfredo pide colaboración en las esquinas del Óvalo Grau, sin embargo lo que más aprecia es el tiempo que puedan dedicarle las personas. Le gusta la compañía, sentirse escuchado, poder escuchar y ayudar a los demás con sus experiencias.
Foto: Walac Noticias/Malú Ramahí
El tiempo
Con 85 años, aún recuerda con chispazos de lucidez pasajes de su niñez. Recuerda que solía estudiar con su hermano mayor y que fue él quién le enseñó la tabla de multiplicar. Que a pesar de su avanzada edad aún la recuerda. Recuerda muchas cosas, experiencias, lugares y situaciones y siempre que tiene la oportunidad las utiliza como base para aconsejar a cualquier persona que esté dispuesta a escucharlo.
Siempre lo acompañan: su gorra, una bolsa de botellas para reciclar y su infaltable radio a pilas. Este último es su amigo inseparable, no hay día que no esté escuchando noticias y música en él. Pero su mayor tesoro, es el rosario que tiene colgado en el cuello. Su devoción y gratitud a Dios es una de las razones por las que cada día, se acerca a la iglesia San Sebastián a orar y agradecer por todo lo que Dios le ha dado y quitado.
Alfredo no habla mucho de su familia, pero habla mucho de Dios. Siempre comenta que él ha puesto todo en manos de Dios. Y aunque la vida ha sido dura, no se queja de todo lo que ha vivido y ha aprendido en el camino.
Alfredo es sin duda, una persona mágica. En sus palabras encontrarás esperanza y una increíble gratitud a la vida.
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