El sol se levanta sobre las calles de Piura autoritario e implacable. El calor acampa a sus anchas y se mete entre las rendijas, incomodando, acosando, pintando gestos de mal humor en los rostros de los peatones. Oficinistas apurados, padres atolondrados, niños hiperactivos y ancianos contemplativos se mueven en un ir y venir imparable. En medio de todos ellos, bajo la sombra benigna de una casona remodelada se encuentra Benjamín, con un violín en la mano, tocando. 

De familia

La música en su familia se remonta a su bisabuelo, un militar sin ninguna formación músical que aprendió empíricamente a tocar el saxofón. Pronto transmitió esa pasión e interés a sus descendientes que, hasta el día de hoy, disfrutan perdiéndose en la tonada de un cuarteto de cuerdas.  

Benjamín señala que solía imitar a su hermano todo el tiempo, quizá en una manifestación silenciosa de admiración hacia él. Usando un viejo arco, fingía arrullar las cuerdas de un instrumento invisible. Tenía ocho años cuando un tío, divertido por sus frecuentes pantomimas, decide quitar el viejo arco de sus manos y poner sobre ellas el violín de su hermano. La idea de aprender a tocarlo fue aceptada sin gran emoción, Benjamín no se tomaba muy en serio la propuesta. No sospechaba la relación duradera que establecería con el instrumento. 

Un escenario improvisado

Toca "No pensé que era amor" de Pedro Suarez Vertiz. Su repertorio no se limita a canciones clasicas, también le agrada interpretar piezas andinas o canciones de rock populares. El violinista comenta que las calles le tratan bien, en estás él ha conocido gente amable con la que intercambió largas conversaciones. Aunque los domingos la historia suele cambiar. Benjamín asegura, con cierto tono agorero, que el último día de la semana le trae mala suerte: puede ser una cuerda rota o una persona desagradable. Siempre pasa los domingos. 

 

Benjamín ha dedicado toda una vida a su violín. Foto: Walac Noticias/Almendra Ruesta

Sin temor ni verguenza comenta que sale a tocar porque en casa necesitan dinero. Esa también es la razón por la que se truncó su deseo de estudiar en el conservatorio. No lo comenta con amargura, ha superado ese momento. Ahora mira hacia adelante, a un nuevo objetivo: preparar la pieza que presentará en su casting para ingresar a la Orquesta Sinfónica de Piura. La escogida ha sido Folia, pieza europea muy antigua.

Benjamín Infante Núñez termina su historia y vuelve a centrar su atención solo en el violín, vuelve a perderse entre melodías y personas, mimetizándose con una Piura vibrante.

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