¡No! !Se me cayó el celular al agua!. Por desgracia, a diario son muchos los teléfonos celulares que acaban sumergidos en agua, ya sea en una piscina; en el mar o simplemente en un retrete, lo que en la mayoría de las ocasiones.
Y seguramente, muchos de los que están leyendo estas líneas han oído hablar de la solución más habitual para intentar eliminar la humedad de un celular: sumergirlo durante horas en arroz. Pero lo cierto es que el arroz no es la única alternativa; por lo que a continuación vamos a repasar las buenas prácticas a la hora de intentar que un teléfono sobreviva a un chapuzón.
Rompiendo mitos: El arroz
En infinidad de ocasiones hemos podido leer o alguien nos ha contado que meter el teléfono recién mojado en arroz y dejarlo. De esa manera, durante 48 horas les ha salvado el dispositivo de un adiós definitivo. El arroz es conocido por ser absorbente, de hecho su uso para salvar teléfonos mojados parece un remedio eficaz.
Ahora, si el mito del arroz ha llegado tan lejos es porque simplemente es la materia absorbente más rápido podemos tener al alcance en caso de un accidente (teléfono recién mojado). La avena es, también, un poderoso absorbente, en el que perfectamente podríamos hundir un teléfono mojado para intentar que reviva, pero como tener arroz a mano es más habitual, el cereal es el que se ha llevado el título.
Igualmente, todos los absorbentes tienen un efecto limitado a la hora de una posible reparación de un teléfono mojado. Si la inmersión es demasiado prolongada o si es agua salada, la aparición de corrosión es más que probable, y de eso no hay absorbente que lo pueda salvar.
Entonces, ¿qué puedo hacer si mi teléfono cayó al agua?
Una vez un smartphone no resistente al agua ha tocado ésta, es muy importante seguir una serie de pasos a fin de evitar daños mayores e intentar que ese accidente no se convierta en el adiós definitivo de nuestro dispositivo. Lo primero es sacar del agua cuanto antes el teléfono, ya que mientras más tiempo permanezca sumergido, más lejos llegará el agua y mayores serán los daños.
Tras ello, lo primordial es apagar el móvil, para evitar cortocircuitos que empeoren la situación. Debido a los posibles daños, en ocasiones utilizar la vía convencional para apagarlo puede ser imposible; por lo que lo más sencillo es recurrir a extraer la batería (si ésta es extraíble) o pulsar prolongadamente el botón de apagado o mantener durante varios segundos el botón de encendido y el Home en los iPhones, a fin de forzar el apagado.
Una vez hecho esto, llega el momento de separar todas las piezas posibles del teléfono (baterías, tarjetas, bandejas…) a fin de facilitar un secado más sencillo. Una vez desmantelado, toca secar todos los componentes al máximo. Para ello podemos emplear una toalla pero nunca un secador, ya que lo que podemos lograr con él es que el agua se introduzca todavía más en el interior del teléfono.
Una vez desmontado y secado el aparato llega el momento de la paciencia. Ya sea en arroz o avena, tenemos que sumergir el teléfono mojado durante 48 horas en alguna de estas opciones. Dos días durante los que lo mejor es no tocar para nada el teléfono; con el fin de que el absorbente que usemos haga su trabajo.
Pasados esos dos días es cuando llega el momento de volver a montar todas las piezas y cruzar los dedos. A pesar de haber retirado el móvil en cuestión de segundos del agua y de haber seguido todos los pasos anteriores, nadie puede asegurar que el resultado sea positivo, ya que por mucho que lo sequemos, si aparece corrosión poco podremos hacer.
Mi teléfono sigue sin encender ¿Hay alguna otra solución?
Desgraciadamente no hay solución que pueda hacer milagros. Todo dependerá del tiempo que el teléfono haya pasado inmerso, el tipo de agua y cuánto tiempo tardemos en intentar reanimar el sistema. Si ha habido cortocircuitos o si la corrosión ha hecho acto de presencia; no importa que método empleemos estaremos condenados a una costosa reparación o directamente a necesitar un nuevo móvil.