Un 12 de abril de 1671, Isabel Flores de Oliva fue canonizada por el Papa Clemente X, recibiendo el nombre de Santa Rosa de Lima. Este hecho la convirtió en la primera santa de América y en patrona del Perú, América, Indias y Filipinas. Su proclamación se realizó tras años de procesos religiosos y testimonios que confirmaron su santidad, marcando un hito para la historia de la Iglesia Católica en el continente.
Proceso de canonización de Santa Rosa de Lima
La canonización de Santa Rosa de Lima ocurrió 54 años después de su fallecimiento, acaecido el 24 de agosto de 1617. A los pocos días de su muerte, se recogieron numerosos testimonios sobre su vida y virtudes. En 1634, se presentó en Roma la causa de su beatificación, la cual se realizó en 1668 en el Convento Dominico de Santa Sabina.

Posteriormente, tras aprobarse por la Sagrada Congregación de Ritos cuatro milagros atribuidos a su intercesión, el Papa Clemente X resolvió proceder con la canonización. El acto fue solemne y coincidió con la elevación de otros cuatro santos: Cayetano de Tiene, Luis Beltrán, Felipe Benicio y Francisco de Borja.
El origen del nombre “Santa Rosa” y hechos milagrosos
Según la tradición, el nombre “Rosa” se debe a que, a los tres meses de nacida, una mujer indígena afirmó que el rostro de la niña se transformó en una rosa mientras dormía, hecho considerado como su primer milagro. Además, se cuenta que en su jardín brotó espontáneamente un rosal, cuyas flores serían las primeras rosas producidas en Lima.

Otro relato señala que, durante el proceso de canonización, el Papa Clemente X dudó de su santidad y comentó: “Limeña, bonita y santa, ni aunque llovieran rosas”. Según testigos, inmediatamente comenzaron a caer pétalos sobre su escritorio, lo que fue interpretado como una señal divina.