Cesar Agusto Casariego, conocido como “el Greco” es un personaje que estos días en los que Piura soportó uno de las inundaciones más grandes de su historia provocados por el niño costero, volvió aparecer para seguir salvando vidas.
Con un poco de cañazo, una dosis de droga y rezando su poema “Río Piura traicionero, que en tus aguas mucha gente ahogaste y en tus arenas a mucha gente sepultaste. Río impío, río traicionero, río Piura que te quiero”. “el Greco” se ha lanzado al río Piura y ha rescatado más de 17 personas hasta el momento.
Historia de ‘El Greco’, guardián del Río Piura
Su historia comenzó cuando apenas tenía nueve años y ya desafiaba al Río Piura buscando a los desparecidos que se sumergían en esas aguas que varías vidas se ha llevado, pero que Greco ha recuperado.
En 1998, cuando el puente Bolognesi se desplomó junto a decenas de personas y vehículos, Greco apareció para salvar a las personas que eran llevadas por la corriente a 400m3/seg. Desde ese día su popularidad aumentó y ya era reconocido en la ciudad.
“Desde que era chibolo ya cazaba pescados (personas ahogadas). Yo he rescatado a muchos ahogados, pero cuando me hice conocido recién comencé a contabilizar a los rescatados. También colaboré con los de Salvataje, pero eso no lo sumo a mi cuenta”, aseguró.
A su avanzada edad, Greco presume que aún mantiene el físico de su juventud, pero con más inteligencia ganada en años de experiencia. Sin embargo, “al río yo le tengo respeto porque yo sé que él me quiere matar, pero conozco el comportamiento de su caudal y me he salvado varias veces”.
En Piura, Greco nos enseña grandes lecciones “Cuando yo me entero que hay gente desaparecida en el río me da mucha pena y sin ningún interés por la plata comienzo a nadar a cualquier hora y en niveles extremos, porque a mí nadie me gana en rescatar a la gente. Puede haber alguien que me gane en nadar, pero en encontrar a personas ahogadas nadie es competencia para mí”.
En el último desborde de río, Greco fue con su flotador en el hombro y su polo atado a la cabeza que lo caracteriza, dejó su casa en la calle Moquegua de Castilla y comenzó a recorrer las calles para rescatar a decenas de moradores a punto de morir ahogados.