Más de 2.000 personas quedaron sepultadas por un enorme deslizamiento de tierras que arrasó un pueblo en Papúa Nueva Guinea, estimó este lunes el gobierno, que pidió ayuda internacional para las labores de rescate.
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Una aldea situada en la ladera de una colina en la provincia de Enga, en el centro del archipiélago, fue casi completamente arrasada cuando colapsó parte del monte Mongalo la mañana del viernes, sepultando numerosas casas y a las personas que dormían en su interior.
Las autoridades estimaron en un inicio al menos 670 muertos en Papúa Nueva Guinea. En tanto, el Centro Nacional de Desastres del país informó que los equipos de rescate trabajan para encontrar sobrevivientes en la zona; sin embargo, los trabajos se dificultan debido a que la avalancha dejó la zona cerrada al paso de los vehículos.
150 edificios sepultados
La avalancha afectó, según las autoridades, a 150 edificios, pero las autoridades detallaron que aún hacer cálculos de daños es difícil, pues la catástrofe se produjo en una zona montañosa plagada de pequeños núcleos de población sin censar. Los edificios afectados quedaron cubiertos por una capa de 8 metros de piedras, tierra y barro.
En medio de un desolador panorama, los rescatistas afirmaron haber escuchado gritos desde debajo de la tierra. Además, los aldeanos ayudan en las labores de rescate con palas, palos y sus propias manos para intentar llegar hasta las víctimas. Hasta el momento solo se han recuperado seis cadáveres.
Por su parte, el secretario de general de Naciones Unidas, António Guterres, mostró su solidaridad con el pueblo y el Gobierno de Papúa Nueva Guinea. Guterres, que se ha mostrado «profundamente entristecido por la pérdida de cientos de vidas» y ha expresado «su más sentido pésame a las familias de las víctimas», ha indicado que la ONU y sus socios están apoyando los esfuerzos de respuesta del Gobierno papú.