Del mar, Paita y la pesca artesanal se inspiró Milagros Chapilliquén. «El mar y yo», la colección de lienzos desplegada en Coleccionista Coffe (Piura), es un ejemplo de ello. Sin embargo, el trabajo de Milagros, la menor de una familia de pescadores, no solo ha conquistado Perú, sino también París, Estados Unidos y México. En especial, un retrato de su hermano con un enorme congrio rojo.
En el marco de la Semana de Arte Contemporáneo, en la Ciudad de la Luz, alrededor de 600 galerías y artistas provenientes de 100 países celebraron la ocasión. Entre el grupo de artistas que atraparon la mirada de unas 20 000 personas está Milagros.
Walac Noticias conversó con la artista plástica sobre su travesía por el arte, su inspiración: el mar por el que navegan las embarcaciones de pesca artesanal, sus proyectos actuales, sus principales logros y los retos del sector artístico en Paita.
Primeras pinceladas
Todo artista tiene un inicio, ¿cuál fue el inicio de Milagros Chapilliquén?
Conocí el arte a los 5 años gracias a mi hermana mayor. Ella estudiaba en la Escuela de Arte en Piura y solía admirar lo que hacía. Me sorprendía ver cómo con lápices y pinceles lograba algo tan fotográfico y realista. Mi hermana me motivó a dibujar y empecé, como todo niño, dibujando caricaturas de Disney.
Más adelante, en secundaria, tuve la suerte de que un profesor, que era un reconocido artista aquí en Paita, me enseñe. Al igual que mi hermana, él me animó a participar en concursos. En dos oportunidades gané los Juegos Nacionales Florales. Esos premios me motivaron más.
¿Qué sucedió al salir del colegio?
Mis padres no preguntaron qué quería estudiar porque siempre lo supieron. Ingresé a la Escuela Superior de Arte Pública Ignacio Merino, me gradué en el 2015 y desde ese entonces no he dejado de pintar.
La inspiración
Gran parte de los lienzos de la colección «El mar y yo» retratan a los pescadores artesanales de Paita, ¿por qué colocaste tu foco en ellos?
Titulé a la colección «El mar y yo» porque es una forma metafórica de nombrar la creación de Dios que más admiro. También por los recuerdos de mi entorno marino, ya que soy paiteña y nací en este puerto. Todas las imágenes que plasmo son las que guardo en mi memoria.
A través de personajes, he tratado de plasmar el colorido, la expresividad y la sencillez, dentro de un estilo ecléctico, que reafirma la lucha cotidiana de la costa norte, que aún conserva el legado cultural y costumbres de los pescadores artesanales.
No pretendo quedarme en la anécdota marina, sino que busco entablar un diálogo directo con el espectador para revalorar el paisaje natural, uno que últimamente se ha visto contaminado por los derrames. Busco, además, que se reflexione sobre el cuidado de nuestro mar.
«Rescato mucho la labor del pescador artesanal como un legado cultural»
Pintar en vivo
¿Cómo haces llegar tu arte a los personajes que retratas?
Ellos (los pescadores artesanales) me han visto pintar, porque, a parte de hacerlo en mi taller, me gusta la pintura plein air; es decir, hacerlo en el mismo paisaje, en vivo, al aire libre. Lo he hecho en la playa, en el puerto, y ahí se han acercado a verme pintar.
Tengo un grupo con tres compañeros de la escuela Ignacio Merino que, desde el 2016, nos hemos dedicado a viajar por todo el Perú y a practicar la técnica de la acuarela, muy arraigada en el sur, por ello viajamos allí.
Esta práctica no se conoce mucho en Piura, a excepción de los estudiantes de la Escuela. Es más común en Cusco, Arequipa o Puno. Los artistas salen a pintar en grupo, tal como lo hacían los Impresionistas en su época.
El arte de Milagros en París
¿Tus pinturas han traspasado fronteras?
Tengo un cuadro que le hice a mi hermano, le titulé «La pesca del congrio rojo». Esa pintura la envié a una exposición de arte en París y a partir del 10 de diciembre se estará exponiendo en un festival de Estados Unidos.
También he expuesto en Italia, Puerto Rico, Bolivia, Ecuador, Argentina.
El arte en Paita
¿Cómo recibe la sociedad paiteña el arte que produces?
Los paiteños (de cierta forma) lo consumen porque es algo que les agrada, se identifican a través de mis marinas, su entorno, los pescadores. El público reacciona con emoción, reconocen el paisaje y a su gente, pero no se valora mucho. No se puede decir que adquieren una obra como se hace en Lima u otros lugares más turísticos. Eso no se ve en Paita.
Aquí, en Paita, se consume algo que resulte más comercial, por ejemplo, el retrato, ya sea del paisaje o su familia. Entonces, se me ocurrió un emprendimiento de polos en el que los cuadros estaban plasmados en la tela. Lo titulé «Rumores marinos».
«Busco la manera para que mi arte llegue hasta el público que no puede adquirirlo»
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