Dani Huisacayna es un arequipeño de 14 años, que, a su corta edad, viene realizando un gran cambio social en su localidad. En su casa, ha acondicionado un espacio de estudio, el cual ha denominado “Aprendo en casa con Daniko”.
Dani cursa el tercer grado de secundaria. El pasado 13 de abril fundó en su casa una improvisada escuela con solo un alumno. “Todo empezó con una vecina de mi mamá. Me dijo que le ayude en sus tareas a su hijo porque ella no sabía leer”, recuerda.
Al día siguiente, otros dos vecinos aparecieron en su puerta. Gracias a la ayuda de su madre, Ninfa Charca, acondicionaron un lugar más amplio en la parte trasera de su casa.
Los pequeños alumnos que tiene deben usar mascarillas y lavarse las manos con agua y jabón, antes de empezar las clases. Cada uno le comenta la dificultad que tiene con las tareas y él les da una clase personalizada.
Daniko cuenta que la mayoría de sus alumnos tiene problemas con las matemáticas, el cual es uno de sus cursos favoritos. Son 3 horas seguidas que invierte para compartir sus conocimientos con sus estudiantes.
No todos los estudiantes de Dani son sus vecinos. Dos niños llegaron hace un par de semanas de un poblado lejano. Esto, debido a que la casa en la que viven no cuenta con los recursos básicos. Por ello, tienen que caminar 20 minutos hasta la vivienda de Daniko para aprender.
“Yo me siento feliz cuando enseño porque siento motivación de ellos, tienen las ganas como yo de querer aprender siempre más”, dice.
Ninfa cuenta que de niño los profesores de Dani pensaban que padecía de comportamiento hiperactivo. Pero en realidad, Daniko tenía su coeficiente intelectual elevado. Desde la primaria no hubo un solo año que no lleve a casa un diploma por su alto rendimiento escolar.
En el 2018, tuvo la oportunidad de asistir al Colegio de Alto Rendimiento (COAR), donde los alumnos destacados reciben una mejor educación. Pero su sueño se vio impedido debido a una operación a la vesícula y a fuertes problemas familiares.
Hoy, desde su aula de clases, el joven profesor mira su futuro como una nueva oportunidad. En tres años, desea ingresar a la Universidad Nacional de San Agustín y seguir la carrera de Ingeniería Industrial.
Aclara que, si bien su vocación no es la docencia, el apoyo social lo llevará a lo largo de su vida. Además, planea seguir con su escuela abierta para todo aquel que la necesite aún después de la pandemia.