En el verano, las altas temperaturas exigen que las mujeres embarazadas adopten una serie de cuidados especiales para evitar riesgos en su salud y la de su bebé. Para ello, la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) nos enumera cinco recaudos más importantes a tener en cuenta.
El calor excesivo puede conducir a una hipertermia, es decir, a que la temperatura corporal se eleve por encima de su temperatura normal: 37,5ºC. Sus posibles consecuencias son graves: taquicardia, deshidratación, fallo circulatorio por falta de riego sanguíneo en órganos vitales y, en el peor de los casos, un golpe de calor.
1. Mantener una buena hidratación en verano
La deshidratación es un riesgo importante durante el embarazo. Una deficiencia de apenas el 2-3% en los niveles de agua en el cuerpo puede ocasionar un incremento importante en la densidad de plasma sanguíneo.
Este problema, durante la gestación, se asocia a mayores riesgos de padecer trombosis venosa, infecciones urinarias, reducción en los niveles de líquido amniótico y estreñimiento (lo cual puede ocasionar, a su vez, trastornos en la alimentación). Ese riesgo se acentúa en las mujeres que padecen muchos vómitos.
En cualquier caso, es fundamental que las embarazadas presten mucha atención a su hidratación, se apunta que deben ingerir unos 3 litros de agua por día en total (sumando la que tome en forma líquida y la incluida en los alimentos) para asegurar un correcto estado de hidratación, tanto en la madre como en el bebé.
2. Una dieta adecuada
Una dieta basada en productos además de nutritivos que colaboren con la hidratación, dentro de la que destacan las frutas (con cáscara si es posible), las verduras y los lácteos.
Por otro lado se debe reducir el consumo de productos más calóricos, que generen sensación de pesadez, como los que incluyen grasas de origen animal (embutidos, mantequilla, tocino, etc.) o mucha azúcar (bollería industrial, refrescos, postres).
Es recomendable el consumo de «alimentos frescos y de elaboración sencilla», y limitar los precocinados y enlatados. Además de que la dieta sea fraccionada: raciones no muy grandes, distribuidas en cinco comidas diarias, de ser posible en unos horarios más o menos regulares.
3. Cuidado con el sol
El cuidado de la piel es clave para las embarazadas en cualquier momento del año, pero mucho más durante el verano, cuando los rayos del sol inciden con mucha más fuerza sobre nosotros.
Uno de los mayores riesgos son los melasmas, manchas de color marrón claro o intenso que suelen aparecer en la cara, la frente y las mejillas, lo que hace que a menudo se conozca este problema como «máscara del embarazo». Lo sufren hasta el 50 % de las embarazadas.
La mejor forma de evitar las manchas, o al menos reducir su cantidad e intensidad, consiste en evitar la exposición directa al sol y utilizar cremas protectoras.
4. Usar ropa ligera
Durante el embarazo la mujer experimenta un aumento en su sudoración, algo que se ve exacerbado durante los meses de verano. Por ello, es fundamental el uso de ropa ligera, cómoda y holgada, para reducir los efectos del calor.
De preferencia la ropa debe estar confeccionada en tejidos naturales, según recomienda la citada guía del Ministerio de Sanidad. También sugiere evitar «todo lo que oprima la cintura y las piernas», que podrían propiciar la aparición de varices.
En cuanto a la ropa interior, usar prendas de algodón y cambiárselas todas las veces que sea necesario. El calzado debe ser fresco pero a la vez seguro, para reducir el riesgo de caídas conviene que tenga poco tacón y una base ancha, que proporcione estabilidad y equilibrio.
5. Moderar la actividad física
La actividad física es importante durante el embarazo. Tiene beneficios tanto para la mujer como para el bebé en gestación. En general se aconsejan ejercicios leves o moderados de forma regular, y evitar los deportes violentos, de impacto o que ofrezcan riesgo de accidentes.
Uno de los ejercicios más recomendados, y por supuesto muy habitual en el verano, es la natación. Más allá de los cuidados generales del embarazo, como los relacionados con el calor, el sol y el riesgo de recibir golpes, la embarazada debe tener en cuenta un dato antes de bañarse en la piscina o en el mar.
Alrededor de cuatro semanas antes del parto, la mujer pierde el tapón mucosoque cierra el cuello uterino y las membranas y que representa una protección para el bebé. Si ya lo ha perdido, los especialistas aconsejan no en esos espacios, ya que se podría producir una infección. Y como muchas mujeres no advierten cuándo pierden ese tapón, el consejo general es evitar esos baños en la parte final de la gestación.
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