Estaba en un andamio animando las actividades artísticas de la campaña “Corazón Azul”  por la lucha contra el delito de la Trata. Desde mi lugar se veían los rostros de todas y todos los  ciudadanos y ciudadanas que llenaron la plaza Tres Culturas.

Entonces anuncio a un adolescente que cantaría en estilo de rap  una canción alusiva a la jornada. Terminada la canción, el pequeño quiso animar a la audiencia  y para lograrlo,  no se le ocurrió mejor idea que llamarme “choca” en un estribillo de rap Al instante, el mundo se me vino encima, me volví pequeñito y las risas burlonas de toda la plaza me ensordecieron y perturbaron  mi  criterio.  Solo atiné sonreír.

Unos cuantos insistieron “buena Choca”,  aludiendo al personaje afrodescendiente que acompaña  a  la animadora  Gisela haciendo chistes. El mote de choca proviene de un antiguo comercial en la que unos  personajes al parecer  africanos gritan choca choca mientras señalan una conocida marca de galleta peruana.

Es broma, dijeron algunos mientras insistían llamándome choca. Así es el racismo, se esconde entre bromas, para luego subir al insulto que remarca que una persona por su color de piel es inferior a otra. Ese insulto. Sí insulto. Lo había escuchado antes y siempre he defendido la posición de que es una broma racista.

Choca, el negro mama, entre otros son los referentes que la población tiene de los afroperuanos y desconocen que existieron otros afrodescendientes prominentes como los piuranos López Albujar y Miguel Sánchez Cerro.

Las víctimas del racismo suelen ocultarlo y negarlo porque este genera heridas muy profundas. En Huancayo, Azucena Algendones  fue llamada “negra cocodrilo” por sus compañeros de trabajo. Ella denunció el hecho y fue despedida. Después de varios años de lucha, logró que sus agresores fueran condenados con pena de cárcel. Un hecho sin precedentes que sentó jurisprudencia en la lucha contra el racismo.  Un informe de Unicef apuntó que las niñas y niños afroperuanos son los más discriminados

El racismo es la raíz de la exclusión social. No debemos darle paso. No es broma.  Urge educar al mundo y mostrar que los afroperuanos somos más que Choca, que no pensamos hasta las doce, que no andamos desaseados como el negro mamá, que no solo sabemos bailar  música negra (mal llamado negroide).

Es importante  reconocer  e incluir  en la enseñanza de la historia peruana la afroperuanidad  del grumete Medina que acompañó a Miguel Grau en sus batallas,  la valentía Catalina Buendía de Pecho y  la negra Micaela Bastidas (esposa de Túpac Amarú). La sabiduría de Ricardo Palma y la prolija creación artística de los hermanos Nicomedes y Victoria Santa Cruz y otros.

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