En el 2015, el verdadero rostro de Santa Rosa de Lima fue dado a conocer al mundo entero. Quedó atrás la imagen que teníamos de un rostro y labio muy delgados.
Gracias a un trabajo coordinado entre investigadores, odontólogos y antropólogos forenses peruanos y brasileños es que en agosto de 2015 se presentó su rostro original. La presentación de la imagen se realizó en la parroquia de Santa Rosa en la isla brasileña de Guaruja, un lugar donde le rinden gran devoción.
El 23 de agosto se conoció que Isabel Flores de Oliva tenía cara redonda, tez blanca y los ojos marrones claros, diferente a como aparecía en las míticas pinturas: con labios y rostro más delgados.
Reconstrucción
El trabajo empezó el 2 de agosto de 2015, cuando se exhumaron en el convento de Santo Domingo los restos óseos de la santa limeña, patrona de América y las Filipinas.
Tras la exhumación se estudió minuciosamente el cráneo (que permite saber el sexo, edad y características de las personas) de la santa para conocer sus facciones. Se realizaron los análisis odontológicos, antropológicos forenses y la digitalización en 3D por fotogrametría. En esta labor también intervinieron ingenieros de sistemas y especialistas en criminalística.
Hoy, 30 de agosto, es la fecha oficial en el Perú donde se conmemora el Día de Santa Rosa de Lima, y muchos ya le pueden rezar teniendo un rostro real en la mente. Aunque su fiesta universal se celebra el día 23, este 30 de agosto se le celebra en el Perú y otros países.
Breve biografía
Santa Rosa de Lima, cuyo nombre real es Isabel Flores de Oliva, nació en Lima el 30 de abril de 1586. Fue hija de Gaspar Flores y de María de Oliva.
Murió el 24 de agosto de 1617, a los 31 de edad. Hoy sus restos se veneran en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Lima (Santo Domingo). Recibe devoción del pueblo peruano y de América que visita la Capilla dedicada a su culto en el Crucero del Templo dominicano.
La proclaman Santa
En 1634 se presentó a Roma la causa de su beatificación, al cual se realizó en el Convento Dominico de Santa Sabina en Roma, en 1668. Fue canonizada por Clemente X el 12 de abril de 1671, quien la proclamó «Principal Patrona del Nuevo Mundo».