La historia de Hiram Bingham está llena de incógnitas y contradicciones. Algunos creen que inspiró al famoso arqueólogo de ficción Indiana Jones, mientras que otros aseguran que fue Sylvanus Morley. Bingham, sin embargo, fue un explorador fascinado por la cultura sudamericana que se llevó el mérito del descubrimiento de Machu Picchu, a pesar de que el agricultor peruano Agustín Lizárraga había llegado allí nueve años antes.
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Un joven con grandes aspiraciones
Nacido en Honolulú, Hawái, el 19 de noviembre de 1875, Hiram Bingham creció en una familia de misioneros protestantes. Su infancia fue marcada por una férrea disciplina y un camino destinado al misionerismo, una etapa que él mismo describió como una de las más tristes de su vida. Desesperado por escapar, llegó a robar 250 dólares de la cuenta familiar para huir con un amigo.
En 1892, sus padres lo enviaron a la Phillips Academy en Andover, Massachusetts, y posteriormente ingresó en la Universidad de Yale. Los ahorros familiares solo le permitieron mantenerse durante un año, lo que lo obligó a trabajar en diversos empleos para poder continuar sus estudios. Finalmente, Bingham se graduó en Yale en 1898.
Cambio de rumbo y matrimonio
De vuelta en casa, Bingham desempeñó varios oficios sin encontrar satisfacción. En 1898, su vida cambió al conocer a Alfreda Mitchell, heredera de la fortuna de Tiffany & Company. Se casaron en 1900 y tuvieron siete hijos, aunque se divorciaron en 1937. Esta unión le permitió a Bingham acceder a la clase alta norteamericana y disfrutar de lujos desconocidos para él hasta entonces.
Entre noviembre de 1906 y mayo de 1907, Bingham emprendió su primera expedición, acompañado por Hamilton Rice. Su objetivo era escribir una biografía de Simón Bolívar siguiendo su ruta entre Caracas y Bogotá, pero nunca lo logró.
Exploraciones y descubrimientos
En diciembre de 1908, Bingham participó en el Primer Congreso Científico Panamericano en Santiago de Chile. Allí, conoció al presidente Theodore Roosevelt, con quien mantuvo una gran amistad. Después del congreso, Bingham se trasladó a Lima y luego a Cusco, donde fue recibido con todos los honores. En 1909, exploró Choquequirao, aunque se sintió decepcionado al no encontrar tesoros.
El punto de inflexión en su carrera llegó en 1910, cuando Edward S. Harkness, impresionado por el borrador del libro de su último viaje, sugirió una nueva expedición para encontrar la mítica Vilcabamba. Tras obtener financiamiento de su esposa, la National Geographic Society, la Universidad de Yale y otras fuentes, la expedición partió hacia Cusco en 1911.
Descubrimiento de Machu Picchu
El 24 de julio de 1911, Bingham llegó a Machu Picchu, creyendo que había encontrado Vilcabamba. En su libro, describió el hallazgo con asombro: «De repente me encontré frente a las paredes de una ruina y casas construidas con la mejor calidad del arte inca. Las paredes fueron difíciles de ver ya que los árboles y el musgo las habían cubierto por siglos».
Sin embargo, Bingham no fue el primero en descubrir Machu Picchu. Encontró una inscripción en el Templo de las Tres Ventanas que decía «Lizárraga 1902», demostrando que el agricultor peruano Agustín Lizárraga había llegado antes.
Controversias y legado
Además de la controversia sobre el descubrimiento, Bingham fue criticado por sustraer ilegalmente 46,332 piezas arqueológicas, de las cuales solo 300 fueron devueltas. El resto permanece en museos europeos y colecciones particulares.
Tras una fallida carrera política y dos divorcios, Hiram Bingham murió el 6 de junio de 1956 a los 81 años. Fue enterrado con honores en el Cementerio Nacional de Arlington, Virginia. Su legado como el descubridor de Machu Picchu sigue siendo objeto de debate, pero su contribución a la historia y la arqueología es innegable.