De acuerdo con el último informe publicado por la Mesa de Concertación para la Lucha contra la Pobreza de Piura, 2.505 adolescentes entre los 15 y 19 años han enfrentado un parto hasta el 31 de agosto del 2021.

Bajo este panorama, se ubica a la región en el tercer puesto a nivel nacional en esta problemática.

Además, el reporte, publicado en diario La República, especifica otra cifra alarmante. A la fecha, 37 niñas y adolescentes menores de 14 años han sido forzadas a ser madres; ello pese a los riesgos que supone para su bienestar físico y psicológico el enfrentar un embarazo a esa edad.

Por otro lado, aunque los indicadores en torno a los partos de adolescentes fueron en un descenso constante desde el 2018, a cuatro meses del fin de año, las cifras se muestran cerca a superar los casos registrados en el 2020.

Emprender acciones

La coordinadora de proyectos del Centro Ideas, Milagros Mendoza, considera urgente que la gerencia regional de Desarrollo Social apruebe los lineamientos trabajados entre la sociedad civil y los funcionarios regionales para prevenir el embarazo en adolescentes.

“Es cierto que la COVID-19 ha puesto varios obstáculos para emprender medidas. Pero, luego de más de un año y medio conviviendo con ella, es necesario que se retomen los trabajos para prevenir los embarazos adolescentes. Antes del inicio de la pandemia trabajamos lineamientos que incluían a distintos sectores, como el de salud, educación, la comunidad; pero, hasta el momento, estos no se han aprobado ni se han ejecutado”, apuntó la especialista.

Mendoza considera que la falta de políticas a nivel regional se refleja en el pobre acceso a la educación sexual que tienen los menores de edad.

“Luego de hacer un estudio en Tambogrande, comprobamos que solo un 7% accedía en las postas al servicio de salud integral gratuito para adolescentes que incluye, entre otros servicios, información sobre educación sexual”, explicó.

En esa línea, añadió que la educación a distancia también resulta un impedimento para brindar la información adecuada a los más jóvenes. “De por sí ya era deficiente la educación sexual durante las clases presenciales, ahora que se priorizan materias como las matemáticas o comunicación, disminuyen las posibilidades de que los adolescentes puedan acceder a la información”, finalizó.

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