Al oeste del departamento de Piura y frente a una pequeña caleta de pescadores, se encuentra la Isla Foca; un paraíso tropical al que el sol visita todos los días del año y en el que el mar se une con las rocas. La Isla Foca, una playa isla, queda a 800 metros de La Islilla, ubicada a 30 minutos de Paita.

La Islilla

La Islilla se caracteriza por ser un pueblo apacible y de gente amable, donde la economía se centra en la pesca y la construcción de pequeñas y medianas embarcaciones. El 90% de la población vive de la pesca artesanal.

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Pequeñas y medianas embarcaciones encalladas en la caleta de Islilla. Foto: Walac/ Isabel Palomino

Desde las 7 de la noche, los pescadores en sus pequeñas embarcaciones dan inicio a la faena. Cuando es temporada de verano y abunda el congrio, el langostino y la cabrilla, se logra pescar a 90 brazos mar adentro. Los pescadores no regresan sino hasta las 7 de la mañana del día siguiente con lo que el mar les dio.

Cuando llegan los meses de septiembre, algunos de los pescadores que poseen embarcaciones más grandes y resistentes, se alistan para ir “al perico”.

Se trata de una travesía de pesca más arriesgada, en la que navegan 17 días hasta adentrarse al mar. Allí inician la temporada de pesca en la que navegan hasta el sur del país en busca de peces de gran tamaño como el perico. El viaje puede durar hasta un mes y el tiempo de regreso es aún mayor que el de la ida.

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La Islilla, todo un pueblo dedicado a la pesca artesanal. Foto: Walac/ Isabel Palomino

Hasta el lugar llegan pescadores de otras partes del departamento de Piura para participar de esta actividad. Afirman que el lugar es bendecido con una gran diversidad de peces que abundan durante todo el año; lo cual convierte a la pesca en un negocio rentable.

Tal es el caso de Julio César Rangel, que vino desde Chulucanas y con más de 20 años como pescador ha logrado mantener a sus cinco hijos. La pesca es abundante y los pobladores del lugar afirman que es gracias al ambiente que se mantiene que se ha creado alrededor de la Isla Foca, que da vida al lugar.

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Julio César Rangel se dedica a la pesca artesanal desde hace más de 20 años. Foto: Walac/ Isabel Palomino

Isla Foca

La Isla Foca debe su nombre a una particular especie animal que solo habita allí. No se trata de focas, son más bien una simpática raza de lobos marinos, de pequeño tamaño y perfil distinto a los comunes, a los que los pobladores confundieron con focas.

El apacible mar que rodea a la isla ha ido labrando lentamente su litoral, creando una gran diversidad de hábitats que sirven de refugio para muchas especies acuáticas y silvestres. Desde un bote cera a las construcciones rocosas, se puede divisar la fauna que habita el lugar. Abundan los lobos de mar, de raza fina (sin pelo) y chusca (con pelo), pelícanos, chuitas, gaviotas, piqueros de pata azul y pingüinos de Humbolt.

Justo Bancayán recuerda que, en cooperación con estudiantes de biología, realizaron un censo de pingüinos que habitan en las rocas. Contabilizaron más de 200 pingüinos que, con el tiempo, asegura se han ido reproduciendo y aumentando la población de su especie.

Turismo

El señor Justo Bancayán Pingo lleva muchos años visitando el lugar y se ha convertido en una especie de protector de lo que la naturaleza diseñó en aquella isla. Él organiza recorridos turísticos todos los días del año, por lo que se ha hecho merecedor del título de ‘sargento de playa y coordinador turístico de la Isla Foca’. “Estamos aprovechando para promocionar el turismo en la Isla Foca, lugar bonito con que la providencia nos bendijo”, proclama con orgullo  Justo Bancayán, quien conoce el lugar como la palma de su mano.

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La Isla Foca combina un terreno rocoso con un mar tranquilo de aguas verde azuladas. Foto: Walac/ Isabel Palomino

Cada año, las visitas aumentan en el lugar, ello ha impulsado a que Justo Bancayán se dedique por tiempo completo al trabajo de movilizar a los turistas por la Isla. Él espera que sigan aumentando, pues los turistas no solo llegan del norte y del sur del país, sino también de otros países como Alemania, Italia y  España. Este último es el que trae mayor cantidad de turistas extranjeros a la isla.

Ante esto, José Álvarez Pazos, alcalde del centro poblado La Islilla, afirma que el turismo podría convertirse en una fuente de trabajo para los pobladores de La Islilla, tal como sucede en otros lugares, donde su fuente de ingresos proviene del turismo.

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La isla se ha convertido en el hábitat exclusivo de fauna silvestre, que habita en el lugar todo el año. Foto: Walac/ Isabel Palomino

Travesía

El recorrido en bote puede durar entre 40 a 50 minutos de viaje. Incluido el tiempo de embarque y desembarque en balsilla, hasta pisar la Isla Foca, afirma Bancayán.

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Juan Bancayán realiza el desembarque a la isla en balsilla. Foto: Walac/ Isabel Palomino

Ya en la Isla Foca, se puede optar por permanecer en el bote, bañarse en las tranquilas y cálidas aguas verde azuladas, escalar la roca e, incluso, acampar en el lugar. Existe allí un ismo, una especie de piscina natural; ahí se unen la corriente El Niño, que viene desde el Ecuador, y la corriente de Humbolt, que va desde el sur del Perú.

Desde la orilla de la Isla Foca se puede realizar una caminata cuesta arriba, bordeando la roca, hasta llegar a la playa blanca; donde el paisaje es aún mejor. La caminata puede durar una hora. La hora más apropiada para este tipo de excursión es en la mañana, ya que por la tarde, el viento dificulta la caminata.

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En la Isla Foca se puede apreciar la unión de la corriente El Niño con la corriente de Humbolt. Foto: Walac/ Isabel Palomino

Y es de esta manera, es que la Isla Foca se convierte en un atractivo destino turístico del que se puede divisar la hermosura de los paisajes. Además, de sentir la calidez y mansedumbre de sus aguas, caminar entre sus rocas y apreciar la diversa fauna que en exclusiva, habita en el lugar.