La indiferencia es capaz de matar. Y es que Kevin era un niño de 10 años con autismo, que salió de su vivienda en San Martín de Porres el pasado 28 de diciembre. Subió a un bus pero, como no se comunica y no tenía para pagar el pasaje, fue trasladado hasta el último paradero, en Magdalena, donde llegó al mar, el último lugar que lo vio con vida.

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Según los familiares, el día en que fue visto por última vez, el niño subió al bus de la empresa NorLima. En el camino, la cobradora le pidió que pague su pasaje, pero, al no recibir respuesta, le pidió a la joven de su lado que pague por él.

Sin embargo, la mujer se negó a ofrecer unos soles porque no lo conocía. La cobradora le pidió al niño que se baje, pero este rehusó.

“Cuando la señorita llegó a su destino, antes de bajar, consultó a la cobradora dónde lo llevaría y está última indicó que lo dejaría en el último paradero o lo entregaría a un policía que encuentre…”, según refiere un familiar a través de su Facebook.

Sin embargo, la cobradora no lo entregó a la Policía, sino que dejó que el niño con autismo baje y permanezca solo en un lugar que no conocía.

El último paradero del bus era Magdalena. El menor habría llegado al mar, donde, al verlo, decidió entrar.

ue una vecina quien vio al pequeño despojarse de sus prendas e ingresar al mar. De inmediato, la mujer tomó la ropa y esperó que el niño salga, pero eso nunca sucedió.

Dio aviso a la Policía y, cinco días después, la Unidad de Salvataje encontró el cuerpo del menor en la playa La Costanera, en San Miguel.

Según el informe pericial el menor habría fallecido hace tres días.

Como se recuerda, la familia buscaba intensamente al menor con autismo, quien no conocía ningún lenguaje de comunicación.

Texto: La República

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