Estos mínimos conceptos son la base para que la democracia de una nación no solo esté florecida sino fortalecida. Digamos que la Legitimidad, se puede definir de acuerdo a lo que señala el gran filósofo Norberto Bobbio, como el atributo del Estado que consiste en la existencia en una parte mayoritaria de la población de un grado de consenso tal que asegure la obediencia sin que sea necesario, salvo casos marginales recurrir a la fuerza.

Por lo tanto, todo poder trata de ganarse el consenso para que se le reconozca como legítimo, transformando la obediencia en adhesión. En palabras simples, la legitimidad democrática tiene que ver con que la mayoría le otorgue el Poder de Gobernar a alguien y que el resto de la población lo respete y lo reconozca como el verdadero gobernante.

La Representatividad en cambio, si bien está ligada directamente al concepto de Legitimidad, en realidad nos completa el concepto. Se entiende por Representatividad, a la forma de gobierno en la que el titular del poder político (el soberano) no ejerce este por si mismo, sino por medio de representantes.

Ellos desempeñan las funciones de la soberanía, se enfrentan a los problemas públicos y ejercen los distintos poderes del Estado: formulan las normas jurídicas (Poder Legislativo), las hacen cumplir a través de la actuación política gubernamental (Poder Ejecutivo) y resuelven jurídicamente los conflictos que se planteen (Poder Judicial).

Cuando el pueblo es el titular del poder político y elige democráticamente a sus representantes para la integración de las instituciones políticas que ejercen los diversos atributos del mando, se habla de democracia representativa.

Ambos conceptos nos llevan rápidamente a inferir que las autoridades que elegimos deben de tener como origen el reconocimiento social, es decir debe el pueblo reconocerlos como sus autoridades. Y eso solo nace si esas autoridades provienen de la mayoría popular, de una elección mayoritaria. Es el pueblo quien le da Legitimidad con su mayoría al elegirlos. Y las autoridades elegidas nos representan en el ejercicio del poder.

Estos conceptos antes glosados, en mi concepto han sido dejados de lado en nuestras leyes electorales para elegir alcaldes, regidores y también gobernadores regionales y consejeros. Nuestras leyes electorales prescriben que un alcalde sea elegido con el simple hecho de llegar primero. No interesa que el elegido solo tenga 18.9%. No. Eso no le interesa a nuestra ley. Y esto aunque aparentemente no tiene consecuencias, si las tiene. Y son de grueso calibre.

Un alcalde por ejemplo que solo sacó 19%, pues tendrá que el 81% no votó por el. Es decir, el pueblo en su mayoría no lo votó y como tal no siente que tenga consenso social, reconocimiento de la mayoría. Si más del 80% no vota por alguien quiere decir simplemente que no lo quiere o tuvo otras opciones. Y por eso el día que salen ganadores los candidatos que tienen cifras exiguas y aún así han ganado simplemente tienen el rechazo social de la mayoría. Y eso cada vez es más patente.

Por eso hay hechos de violencia sin par. Y cada vez van más en aumento. Cada elección municipal aumentan los casos en todo el país de hechos graves de violencia como quema de actas, votos o toma de locales institucionales. El pueblo no siente que una autoridad disminuida sea su líder. Y eso es natural.

Igual pasa con los Gobernadores regionales. Si estos ganan con por ejemplo 33% tienen encima un 67% de pueblo que no lo siente su presidente. Es decir dos tercios de la población no los quieren o tuvo otras opciones. Y simplemente todos nacen sin Legitimidad, sin reconocimiento social. Nacen mejor dicho disminuidos para ejercer el Poder. Y esta circunstancia pone no solo en entredicho su autoridad sino que evidentemente el desgaste será veloz.

Ante esto, planteo una sola salida. Una sola solución. Que la ley prevea que haya segunda vuelta entre los dos más votados. Y que para que haya ganador en primera vuelta el que llegue primero deberá tener más de 50% . Solo así le otorgarías legitimidad al ganador. Solo así sería una autoridad representativa. Además obligarías a los presuntos candidatos a formar alianzas con mayor base social.

La ley tal como está permite que exista una proliferación inadecuada de candidatos. Y el 80% de ellos no pasarán ni el 5%. Habiendo segunda vuelta, obligarán a que exista más competencia entre los mejores, evitarás la dispersión en el voto. Y le darás mayoría y por lo tanto Legitimidad Social a los Alcaldes y Presidentes Regionales. Ya no serán autoridades que nacen muertas. Sin autoridad para gobernar. Serán los verdaderos representantes. Investidos de la mayoría popular.

En un siguiente artículo plantearé algunos cambios legales también en el sistema de elección de los regidores. Mientras tanto, planteo este remedio inmediato para solucionar la crisis de Legitimidad que tienen ya nuestras nuevas autoridades. Sin haber asumido ya nacen muertas. Ni más ni menos.

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