Cientos de piuranos se han puesto de pie para evitar que la esperanza sucumba en medio de la desgracia y el dolor. Sin consigna oficial, solo movidos por su corazón y con sus propios recursos, los piuranos han dado grandes muestras de nobleza y hermandad.

Es evidente que las secuelas del devastador “Niño Costero” nos han tocado a todos, pero éstas solo pueden ser comprendidas en su real magnitud, por quienes han perdido todo, o han tenido que separarse de sus familias.

Algunos se han marchado de la tierra en que nacieron para buscar por fin un “nuevo futuro” lejos de las inundaciones. Otros resolvieron quedarse hasta el final para no perder sus escasos enseres, casas, tierras y aquello que tanto esfuerzo les costó conseguir.

Solo en Cura Mori, distrito de Piura la población llega a 21 mil habitantes, de esta cifra 9 mil decidieron salir y ser reubicados a inmediaciones del km 975 en la vía a Chiclayo. El resto se quedó por propia voluntad en Cura Mori antiguo, esperando que el agua se seque. La situación en ambos casos es deprimente, sobre todo para los grupos más vulnerables, ancianos, mujeres, niños, niñas)

Bajo este escenario el aporte de la sociedad civil, ha sido decisiva para la supervivencia de los miles de desplazados. El apoyo con comida caliente, agua y alimentos no perecibles estuvo desde las primeras 12 horas después de la tragedia.

Ciudadanos de diverso estratos social y económico, empresariado, universitarios, organizaciones de base, comedores populares, e iglesias de diversos credos han sumado para llevar alimento y esperanza.

Durante una semana completa Édison Heredia y demás miembros de la iglesia “El Nazareno” de la Arena, han llevado ropa agua y comida a Pedregal Chico.

Un total de 5 mil platos, pan y agua. “Nos hemos unido para apoyar y no esperar que el Estado venga”, señala.

Miluska Linares y sus amigos juntaron ropa, zapatos y agua para la población reubicada de Cura Mori: “No hemos esperado que el Gobierno haga un anuncio para ayudar, pues hay mucha necesidad”, afirma.

César Gallardo y su familia ha llevado 12 mil raciones de comida, víveres, agua y ropa un día después del desborde: “Si el Gobierno no pudo llegar a tiempo, estamos los ciudadanos de a pie para ayudar”, sostiene.

De la misma manera diversas ONG y cientos de personas con pequeños negocios, han contribuido en primera fila para contrarrestar las secuelas del “Niño Costero” que hoy obliga a nuestros hermanos a refugiarse y comenzar de cero otra vez.