Los funcionarios públicos, somos catalogados por la población (sí, me incluyo), como corruptos, ladrones, coimeros y flojos. Esta calificación negativa es porque están cansados de las noticias sobre actos de corrupción, malversación y colusión para el enriquecimiento fácil. Y no es para menos, el aparato estatal se ha ganado con creces esta lista interminable de adjetivos calificativos. Quitarse la imagen de corruptos es una tarea difícil en la que justos terminan pagando por pecadores.
Sin embargo, la designación de José Luis Calle Sosa en la cartera regional de Educación, una dirección bastante golpeada en su prestigio moral, ha generado una corriente de saludo y reconocimiento a la honestidad y buen desempeño del funcionario chulucaneño, incluso por los grupos sindicales de oposición.
Una de las acciones bandera que ha señalado el flamante director es la de convocar a la Sociedad Civil, en torno a veedurías ciudadanas para transparentar los procesos, así como reactivar el Consejo Participativo Regional de Educación–COPARE y fortalecer los Núcleos Educativos. Una suerte de célula local de administración multiparticipativa para la mejora de la calidad educativa desde el ámbito local.
Calle Sosa tendrá solo siete meses para su desempeño. En ese lapso tan corto de gestión, le será imposible lavarle la cara a la Drep y devolverle la confianza a la ciudadanía. Por eso, es imperativo que las acciones de transparencia y mejora de la calidad educativa sean efectivas, rápidas y palpables. Así la luz empezará asomarse en medio de las sombras que hoy nublan la Dirección Regional de Educación.
Calle Sosa ha tomado esta papa caliente y en este partido de medio tiempo que le toca jugar ha decidido que no jugará solo. Desde el saque le ha dado pase a la Sociedad Civil para haga su mejor jugada. Veremos qué tal responden las instituciones que representan a la población ahora que la cancha está marcada y el tiempo empieza a correr.