“Mira lo que te he traído. En realidad ha sido de tus tíos. Pero te lo he mandado a poner bonito. Es para ti Juan Carlos. Ten cuidado no más al salir. Está casi nuevo el triciclo”. Juan Carlos se subió a ese aparato que su papá Guillermo, su abuelo le había traído. Se sentía feliz. Podía ir libremente donde quería por toda la casa. Una sensación a libertad lo invadía. Aún no entraba al jardín y esa sensación de poder moverse por toda la casa y por el jardín sin problema era algo fuera de lo normal. El golpe del aire en su rostro. Una especie de música recorría el alma de Juan Carlos. De pronto era como incorporar una alegría, una euforia permanente.

  1. 11 de Abril. Alan García.

“Voy llegando a Madrid. Me siento bien con mi pequeño hijo. Nunca imaginé que mi pequeño Federico Danton me proteja. Es su compañía la que me hace sentirme seguro. Ayer, solo ayer los peruanos me dijeron que solo valgo 5.9%.  No valoraron que el segundo gobierno alcanzó niveles de crecimiento económico y de bienestar social como nunca antes. Sería la campaña de demolición. La gente, mi pueblo me cree ladrón. Está convencido de ello. A pesar que soy el Presidente más investigado y más rebuscado una y otra vez. Y  nunca. Jamás hallaron nada. A pesar de ello me  juzgan como el más pendejo. Como el que la supo hacer. Han llegado al extremo de atacarme e insultarme por no encontrarme nada. ¿Tanto puede odiar el ser humano sin sustento racional? Tal vez me lo merezco. Debí dedicarme a ser abogado. A ser docente universitario. Hubiera sido un exitoso comunicador. ¿Quién me mando? Tal vez fue la suerte de mi padre. Él se hizo aprista desde joven. Pero también mi madre se hizo aprista. Muy niño creí en el sueño de ese señor del que todos hablaban. Haya de la Torre. O de repente lo merezco. Ya estoy viejo. No interpreto ahora al pueblo y su sentir.

“Papá, ¿ya llegamos a España?”. El pequeño Federico. Mi ángel guardián quiere conocer a Messi y a Cristiano. Pues si hijo. Ya estamos en Madrid. Y sabes, nos quedaremos a vivir acá. Ya no viviremos en Perú. Me ofrecen algunas asesorías, escribir libros. Es otra etapa de nuestras vidas. Nada de política.

  1. Juan Carlos.

Ya me quedó chico el triciclo mamá. Mis piernas son largas y ya no entran. ¿No le puedes decir al papá Guillermo que me compre una bicicleta mamá? Yo le diré a mi papá más tarde. Que llegue a comer le diré.

“No te preocupes boliviano. Ya tienes tu bicicleta. Vas a heredar la de tus tíos. La tengo desarmada abajo de mi cama y arriba en mi viejo ropero. En unos días la tendrás”. Y mi papá Guillermo dijo la verdad. Me la ha dado en una semana. “Debes Juan Carlos tener cuidado. No necesitas tener equilibrio, sino pedalear para no caerte. Si tu pedaleas no te caerás”.

Hoy sábado me he levantado a probar mi bicicleta. Es azul. Es hermosa. Como me gusta el color azul. Temo caerme. El guardián de la casa se aproxima y me ayuda. “Sube Juan Carlos. Yo te llevo atrás”. No me suelte señor Pasapera. Y yo pedaleo. Todo el día practicando. En la tarde ya sabía manejar. He terminado rendido. Pero al levantarme el domingo una nueva vida. La tomé temprano. Me siento feliz. Me fui a ver la orilla del río. Me fui solo por la Arequipa. Luego por la Tumbes. Luego por la Cuzco. Luego a las 10 de la mañana me fui a ver a mis amigos. Y todos me la pedían. Empezaron a turnarse para subirse a mi bicicleta. Llegaba y la tiraba en el sitio de siempre. Y temprano ya estaba a mi lado. Conmigo. Una especie de mezcla de Libertad con Alegría me recorría el alma cuando subía. Me sentía importante en mi bicicleta.

  1. Mayo 30. Alan García.

Estoy de vuelta a España. Regresé a Perú unos días. Esta vez estoy en Madrid con mi hijo Alan Raúl. No hay marcha atrás. Extraño mi tierra pero ya está decidido. Solo me dedicaré a mi familia. Y a escribir y enseñar. Luego de unos meses o años volveré a ayudar a formar cuadros en el APRA. Es lo mejor. La gente cree que soy ambicioso. No entienden que habiendo podido elegir ser otra cosa elegí ser político y aprista justamente para no descansar. Acaso tan rápido olvidaron que el fujimorismo me persiguió a muerte por los techos de Lima. A balazo limpio entraron a mi casa y tomaron a mis hijos. Todo eso lo olvidaron. Ahora me dicen aprofujimorista. Son mis enemigos. Son los enemigos del APRA. En el 2006 no había mayoría parlamentaria para poder gobernar y darle estabilidad al Perú. Tuve que dejar cosas personales y pensar en el Perú. Dialogamos con todas las bancadas pero fue el PPC, Solidaridad Nacional y el Fujimorismo los que votaron nuestros proyectos. Por eso me pusieron ese apodo. “Aprofujimorista”. Pero Fujimori y Montesinos me impidieron venir al sepelio de Luis Alberto Sánchez. Al sepelio de mi padre. Por amor de Dios, dejar de lado cosas personales para gobernar pensando en el Perú fue puesto como una alianza. Ese es el precio de querer liderar un país. No puede haber alianza con los que detuvieron a mis hijos. Lo que hubo es simplemente que ellos votaban leyes en las que había coincidencias.

Pero, ¿para qué me preocupo? Ya lo decidí. El Perú me ha retirado de la política. Y de qué manera. Pero que acaso no valoraron el Tren Eléctrico en Lima. O el Estadio Nacional. Y los Colegios Emblemáticos. ¿Qué pasó? En fin, ¿Para qué recuerdo esto? Son las 11pm. Debo levantarme temprano.

(Continuará)

Por: Juan Carlos Mejía Seminario