Sarah Inga Flores nos sigue sorprendiendo. Tras haber quedado finalista en el I Concurso de literatura oral “La Costumbre la llevas tú“, de la Municipalidad de Lima, ahora la joven piurana se ha hecho acreedora del segundo puesto de esta competencia.

Ella recibió un diploma de honor y un premio especial. La premiación se realizó el viernes 25, a las 6:00pm, a través de una transmisión en vivo de “Descubre Lima desde Casa”.

Walac Noticias tuvo la oportunidad de conversar con la talentosa joven para conocer un poco más sobre su trayectoria.

literatura oral

Sarah Inga Flores, es una conocida artista de Chulucanas, que desde muy pequeña descubrió su pasión por narrar cuentos y leyendas.

Desde temprana edad, Sarah aprendió a contar historias oralmente gracias al ejemplo que le daba su familia. Ellos pertenecen a la localidad de La Encantada, un sector muy conocido, no solo por su cerámica, sino también por sus leyendas y cuentos que se transmiten de generación en generación.

Ella actualmente estudia Lengua y Literatura en la Universidad Nacional de Piura. Su carrera está íntimamente ligada a su pasión.

«Lo que más me gusta de la literatura oral es que todos se concentran en la historia, por cómo hago los diálogos, las expresiones, los tonos, los gestos», explica. También considera que la literatura oral permite involucrar a los oyentes de forma más natural.

La Encantada es un sector muy conocido, no solo por su cerámica, sino también por sus leyendas y cuentos que se transmiten de generación en generación.

Una de las motivaciones más grandes de Sarah, es mantener vivo el legado de su padre, Max Inga Adanaqué. El padre de Sarah fue un conocido ceramista, músico y contador de historias de La Encantada.

Él falleció en el 2001 por complicaciones en su salud. A pesar de ser una figura muy importante de la cultura de Chulucanas y la región, con el tiempo su memoria ha ido desapareciendo en las nuevas generaciones.

«Yo quiero que la gente vuelva a recordar a mi padre. Antes, cuando yo iba a algún lugar me reconocían rápidamente como su hija. Pero cuando entré a la universidad, nadie lo reconocía. Nunca escuché nada de él«, señaló.

Max Inga, antes de fallecer, dejó una potente frase: «Mi arte nunca morirá». Por esta misma razón, Sarah tiene como principal meta, revalorar el arte de su padre a través de su talento para contar historia.