Gestor social y político. Colabora en diversos proyectos educativos, culturales y de liderazgo en la ONG CEPESER. Es socio y fundador de la Asociación de Cooperación y Desarrollo Cultural Tambogrande – ASCOODET, organización que integra un equipo, que lleva apoyo formativo a grupos vulnerables de personas, con el fin de trascender conocimientos en proyectos viables, sostenibles y creativos, en apuesta por la ciudadanía. Seleccionado por CONADES como uno de los 30 “Jóvenes peruanos que inspiran a otros jóvenes”. Conversamos con Darwin Rubén Hernández Zeta, quien trabaja para motivar a una nueva generación de ciudadanos, y de políticos capacitados y con valores.
Entrevista y foto: Ericson J. Cardoza A.
Me inquieta positivamente saber que un joven piurano tiene tanto potencial para ser un político peruano recto, que trabaje por nuestro pueblo y nuestro país. Quisiera comenzar, entonces, preguntándote qué significa la política para ti.
Estoy convencido de que la política es el bien común, el servicio a los demás y toda mi vida lo he hecho con entrega. La política no es la que nos muestran nuestro “lideres”, nuestras autoridades, o eso que vemos todos los días en la televisión.
La política es una esfera de diálogo y de construcción colectiva, abierta a la unidad, al debate y al establecimiento de consensos y de acuerdos, que nos permitan avanzar en la promoción de la justicia social y la ampliación de los derechos de la ciudadanía para el conjunto de la sociedad peruana.
¿Podrías ofrecernos tu punto de vista sobre el actual panorama político piurano?
Hace algunos años en nuestro país hemos recuperado la democracia, después de un gobierno que violentó derechos fundamentales, sociales y políticos. Somos una democracia joven que se trazó un plan de políticas públicas en el llamado acuerdo nacional, sin embargo, los “políticos” de nuestra región no han tomado en cuenta levantar las propuestas que hoy están en camino, como muchos de los acuerdos nacionales regionales y locales. De esta manera nos muestran que hacer política, para muchos que llegan al poder en nuestra región, es no conocer que en pleno siglo XXI necesitamos un gobierno moderno con políticas públicas de impacto para solucionar las grandes necesidades insatisfechas de miles y miles de piuranos.
Debo agregar también que no se hace política desde el aula, desde el pupitre, desde el estrado; hay que bajar al llano y sentir cómo sienten y piensan nuestros hermanos para poder construir las reformas negadas por décadas.
Siempre he pensado que cuando no se está seguro de alguna cosa, no hay que tener vergüenza. En vez de consultar a un asesor, es necesario consultar al pueblo, hablar con éste. Hablar con las organizaciones; oír lo que piensan los trabajadores; lo que piensan los sindicatos; lo que piensan los agricultores; los jóvenes; lo que piensan las poblaciones vulnerables; lo que piensan las mujeres de nuestra región.
Si se tiene la capacidad de reunir las buenas ideas, las posibilidades de errar son casi nulas, y las de hacer las cosas bien, casi infinitas.
Tú naciste en Tambogrande: ¿te animarías a candidatear por la alcaldía de este distrito en las próximas elecciones municipales?
Desde luego que sí, pero antes de llegar a un cargo público, de asumir un poder político, es fundamental la formación, la misma que la encontramos en la voz, en el quehacer, en el sentir de la población, es decir, conocer y hacer nuestros sus sueños, sus anhelos, y convertir sus ideales en grandes reformas, plasmadas en políticas públicas necesarias en los diversos sectores de nuestro pueblo.
Antes de llegar a cualquier cargo hay que llegar a la conciencia de la ciudadanía, hay que devolverles a la ciudadanía la ilusión y el concepto real de lo que es hacer política revestida de docencia y decencia.
No podremos equivocarnos, porque un día se nos dará la oportunidad de estar en las mesas de decisión para nuestro distrito y ese lugar no será ganado porque un grupo con intereses económicos nos elija, sino por el elevado grado de conciencia política de la sociedad tambograndina.
La política es servicio y el servicio es una vocación que desde ya se viene realizando sin la necesidad de estar en un cargo público.
Tu trabajo como docente te remite a las aulas de la escuela de Bellas Artes de Piura, donde fuiste también estudiante de artes. A tu criterio, ¿qué relación puede haber entre el arte y la política?
Pues mucha. Y eso lo he vivido, y lo vivo: el arte nos hace más sensibles. El arte fortaleció en mí la sensibilidad social, que es la esencia de aquel que desea servir, y más, desde la política. Recuerdo cuando solía pintar paisajes rurales de la región, de mi pueblo; el pintar aquellas casas humildes, aquellos rostros del agricultor cansado del trabajo, de la madre bajo el sol intenso con sus hijos en brazos, hacía preguntarme cuándo “pintaremos” una realidad distinta donde la pobreza no sea un paisaje, sino un recuerdo.
Ahora es momento de pintar un Tambogrande distinto, un Piura distinto y un Perú distinto: esa va a ser obra de esta generación, de la generación de nuestros hijos, de tu generación. Y termino diciendo: los artistas están tocados de perennidad; los gobernantes, de fugacidad.
¿Qué otros planes contemplas al próximo año para seguir reforzando tu vocación de político?
Seguir con el camino iniciado, nutriendo nuestra vocación, nutriendo nuestros conocimientos, investigando y, por supuesto, caminado caserío por caserío, anexo por anexo, por los centros poblados, barrios, calles, de Tambogrande, para recoger ideas de la ciudadanía, abrazarlas y construir propuestas que nos cambien la historia; compartiendo experiencias y acogiendo experiencias de éxitos y adaptarlas a nuestras realidades sobretodo en las zonas rurales.
Seguir con los estudios, dentro y fuera del país, en temas de gobernabilidad en los que, a Dios gracias, he tenido grandes oportunidades de formación.
En este momento existe una muy marcada apatía política tanto de jóvenes como de adultos. ¿Cómo se podría revertir este sentimiento, especialmente entre los jóvenes, dado que el Perú necesita una nueva generación de gobernantes y de políticos que definan su rumbo a largo plazo?
No hay mejor manera de motivar, de involucrar y lograr un compromiso de los demás, que con nuestras propias acciones, al levantarnos de nuestras sillas de confort y echar raíces para el largo plazo.
Otra buena forma sería establecer las “Escuelas Abiertas de Formación Ciudadana y Liderazgo”, iniciadas en los pueblos rurales de Tambogrande a través de la Asociación de Cooperación y Desarrollo Cultural, de la que estoy a cargo, la misma que fundamos hace algunos años, junto a otros colegas de Tambogrande. Además, con las conferencias, foros y debates donde el ingreso sea libre, y los ciudadanos participen directamente, y aprendan sobre temas relacionados con la gobernabilidad, la democracia y la participación ciudadana.
Para crecer hay que confiar, y yo confío que la historia del mañana será distinta, porque ya iniciamos este camino. El país que legaremos a nuestros hijos será más prospero, libre y justo, porque habremos ampliado el horizonte y la conciencia nacional.
¿Cuál ha sido tu experiencia en el Parlamento Joven?
El poder fortalecer esta vocación de servicio me ha permitido participar en diversos espacios de debate en temas políticos y de liderazgo.
Poder hacer docencia y decencia política tenemos que conocer los procesos legislativos, el ejercicio de la función pública, y el liderazgo. El Parlamento Joven me ha permitido poder compartir conocimientos con otros jóvenes del país y coincidir en ideales, y creer que sí es posible un país de igualdad de oportunidades, porque hay miles de jóvenes que están nutriendo su vocación y sus conocimientos, y llegará el día en que asuman desafíos, pero con la formación y el criterio necesario para tomar decisiones de desarrollo, poniendo como centro y fin a la persona y a la sociedad civil.
Todos estos espacios políticos no fueron ni son regalados, ni arrebatados: se han ganado y se ganarán pulso a pulso, sabiendo que el desarrollo y crecimiento de un nuevo Perú yo sí me lo tomo en serio.