A Gisela se le quiebra la voz al recordar el día el 11 de mayo de 2020, día de su parto, el día que suponía sería el más feliz de su vida, pues conocería al bebé que con ansias había esperado. Sin embargo, este día trajo mil y un complicaciones que ahora se resumen en que su pequeño hijo Emmanuel convive con el síndrome de west.

A las pocas horas de nacer, Emanuel convulsionó, desde ese entonces los padres sabían que algo andaba mal. Con el tiempo el pequeño perdió los reflejos primitivos y descendió en peso, pues Emmanuel lactó luego de tres meses de nacido.

Ahora, Emmanuel requiere de vigabatrina para iniciar con el tratamiento que le ayudará a superar esta enfermedad. “El tratamiento de mi hijo es con vigabatrina, un medicamento que no está disponible en el mercado peruano. Por favor, si alguien tiene alguna referencia, personas que puedan prestarme el medicamento mientras lo consigo en el mercado internacional o cualquier ayuda que facilite y agilice el inicio del tratamiento de mi hijo, les estaré eternamente agradecida”, dice Gisela.

Para cualquier ayuda pueden comunicarse a los siguientes números 949417492/ 968367638. La pareja espera la solidaridad de los piuranos, pero también están dispuestos a ayudar a otras personas que padecen de este mal.

Síndrome de West

Es una enfermedad neurológica que pertenece al grupo de las llamadas «encefalopatías epilépticas catastróficas». Se caracteriza por la triada electroclínica: espasmos epilépticos, retraso del desarrollo psicomotor e hipsarritmias en el electroencefalograma. La incidencia de este síndrome es pequeña, afecta a 1 de 4.000-6.000 nacidos vivos.

Sospecha de COVID-19

Gisela indica que el origen de las secuelas en Emmanuel no fue la pandemia sino la deficiente o nula atención que recibió Gisela durante el parto, pues el médico sospechó que ella era paciente covid-19.

Gisela presentaba tos seca y fiebre, síntomas del coronavirus, sin embargo, señalan que no era un caso confirmado. 

“El decir que tiene covid-19 no es excusa para abandonar una paciente. Por alguna razón la médico que atendería a mi esposa nunca llegó a la clínica y ningún doctor quería hacerse cargo de ella”, señala Anthony para Walac Noticias.

El informe que nunca llegó

Los médicos sabían que el embarazo de Gisela no sería nada fácil, pues el viernes 8 de mayo de 2020 diagnosticaron que Emmanuel presentaba “doble circular”. A pesar de ello, el 11 de mayo de 2020,  Gisela tuvo que esperar, desde las 4:00 a.m. que empezó con las labores de parto hasta 10:30 p.m. para que un doctor la atienda.

Con el transcurrir de las horas y un médico ausente, el personal de la clínica decidió transferir a Gisela, pues ella ya no sentía los latidos del bebé. “Nos dijeron que mi hijo presentaba taquicardia y nos llevarían al Cayetano Heredia, pues ahí estaban los equipos necesarios”, dice Anthony.

Sin embargo, allí no los quisieron atender. “Escuchar un ya qué podemos hacer, saquen a la criatura era devastador para mí. Nos dijeron que no había disponibilidad de camas y nos regresarían a la clínica”, indica Anthony.

El personal de la clínica decidió trasladar a Gisela al Hospital Jorge Reátegui Delgado. Ella dice que la atendieron por “humanidad”, pues el informe de su estado y aviso de transferencia por parte de la clínica nunca llegó al hospital. A pesar de ello, los médicos la atendieron, pues eran dos vidas en juego, Gisela presentaba síntomas de preclamsia.

Después de todas las negligencias medicas vividas por Gisela y Anthony ellos decidieron no denunciar a la clínica ni a los médicos, pues en su mente estaba centrarse en la recuperación de su pequeño. “Denunciar y recibir una indemnización no nos devolverá la salud de mi hijo. Sabemos que existe el perdón y esperamos que la conciencia de los médicos tenga presente este caso y no vuelva a ocurrir con ningún otro niño”, dice Gisela

Fotografía autorizada por los padres de Emmanuel.

La realidad de Emmanuel

Gisela nos cuenta que no escuchó el llanto de su hijo y que ni siquiera lo vio, pues Emmanuel pasó los primeros 23 días de vida internado en UCI.

“Cuando mi hijo nació no pude escuchar su llanto, no pude abrazarlo. La primera vez que abrace a mi hijo fue el 8 de junio”, dice Gisela con los ojos lleno de lágrimas.

El abandono de los médicos causo que Emmanuel en sus primeros meses de vida convulsionara 300 a 400 veces al día. Gracias a la medicina y terapias, hoy el pequeño ha mejorado y la cantidad de convulsiones descendió a 100 veces.

“Pero no todos los médicos abandonan, existen buenos médicos con vocación y gracias a ellos mi hijo se va recuperando poco a poco”, dice Anthony.

“Que mi hijo succione por si solo la leche es un milagro para mí”, dice Gisela.

Cada pequeño avance que ven en Emmanuel es tremenda alegría para sus padres. “Nos dijeron que no iba a lactar, que siempre estaría con sonda, pero un milagro ocurrió en octubre del año pasado, pues mi hijo empezó a lactar”, dice Gisela con gran emoción.

Pedido

Los padres del pequeño Emmanuel piden a las autoridades haya un mejor sistema en el sector salud y que el mercado farmacéutico peruano venda las pastillas que tanto necesita su pequeño.

La pareja pide al gobierno den las facilidades necesarias para que todas las personas que sufren de este síndrome tengan rápido acceso a la medicina, pues solo así podrán encontrar una mejor calidad de vida.

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